De ladrones.
El viernes 8 del presente, unos conocidos enfrentaron una situación de pesadilla, que desafortunadamente se convierte en la cotidianeidad.
La abuela fue a una sucursal bancaria en la Plaza Tepeyac, cerca del mediodía iba acompañada de su nieto -un nene de 3 años-, después de su actividad regresaban a casa, decidieron abordar una micro; para iniciar el espanto.
En la siguiente cuadra abordaron el mismo vehículo tres malnacidos, después de ubicarse, inició la función.
- Ya se los llevó la v......a! Gritó el líder.
- Suelten la lana o van a ver! Gritó el seguidor 1.
- Si no sueltan, vamos a matar a los niños! Volvió a gritar el líder. Acto seguido ve a una señora que llevaba a su bebé en brazos, de unos seis meses y lo sostiene.
A continuación los aterrados pasajeros empiezan a sacar su dinero para entregarlo.
Una vez concluida la recolección, vuelve a ladrar el líder.
- Agradezcan que no los matamos!
A continuación se bajan y se van caminando tranquilamente, con el gusto de la tarea cumplida (¡!¿?).
Más adelante la abuela encontró una patrulla, les comentó a los tripulantes la odisea vivida minutos antes y la respuesta de los mismos:
- No jefa, no podemos hacer nada. Y se encogió de hombros.
De las reflexiones con la distancia que da el no involucramiento, surgen varias cuestiones.
1. No hay autoridad responsable para la población en general.
2. No hay justicia para los mismos.
3. No hay seguridad en cualquier lado.
4. Se plantea que, al mediar la situación, las personas se tomen la ley en sus manos. Lincharlos? Quemarlos? Acuchillarlos? Y hay quienes no dudan en tomar justicia por propia mano, si se presenta la ocasión.
5. En el eventual de que alguno de los malhadados burócratas o de sus familiares pasaran por una experiencia similar, que sucedería? ¿Buscarían justicia vía legal o tomarían medidas más drásticas al salir de casa, aumentarían su número de guardaespaldas -pagados, claro, por nosotros-? ¿Cuantos tiene MA Mancera, cuantos Almeida? No sé; nosotros CERO, Ninguno! Viva la CDMX!
La abuela fue a una sucursal bancaria en la Plaza Tepeyac, cerca del mediodía iba acompañada de su nieto -un nene de 3 años-, después de su actividad regresaban a casa, decidieron abordar una micro; para iniciar el espanto.
En la siguiente cuadra abordaron el mismo vehículo tres malnacidos, después de ubicarse, inició la función.
- Ya se los llevó la v......a! Gritó el líder.
- Suelten la lana o van a ver! Gritó el seguidor 1.
- Si no sueltan, vamos a matar a los niños! Volvió a gritar el líder. Acto seguido ve a una señora que llevaba a su bebé en brazos, de unos seis meses y lo sostiene.
A continuación los aterrados pasajeros empiezan a sacar su dinero para entregarlo.
Una vez concluida la recolección, vuelve a ladrar el líder.
- Agradezcan que no los matamos!
A continuación se bajan y se van caminando tranquilamente, con el gusto de la tarea cumplida (¡!¿?).
Más adelante la abuela encontró una patrulla, les comentó a los tripulantes la odisea vivida minutos antes y la respuesta de los mismos:
- No jefa, no podemos hacer nada. Y se encogió de hombros.
De las reflexiones con la distancia que da el no involucramiento, surgen varias cuestiones.
1. No hay autoridad responsable para la población en general.
2. No hay justicia para los mismos.
3. No hay seguridad en cualquier lado.
4. Se plantea que, al mediar la situación, las personas se tomen la ley en sus manos. Lincharlos? Quemarlos? Acuchillarlos? Y hay quienes no dudan en tomar justicia por propia mano, si se presenta la ocasión.
5. En el eventual de que alguno de los malhadados burócratas o de sus familiares pasaran por una experiencia similar, que sucedería? ¿Buscarían justicia vía legal o tomarían medidas más drásticas al salir de casa, aumentarían su número de guardaespaldas -pagados, claro, por nosotros-? ¿Cuantos tiene MA Mancera, cuantos Almeida? No sé; nosotros CERO, Ninguno! Viva la CDMX!
Comentarios
Publicar un comentario