Santos (y no el de a deveras!)


 Una vez que L. Obrador se convirtió en presidente electo;   mucha,  muuuuucha carga -buena:poca y mala:mucha- empieza a aparecer.   El sistema político adolece de un sinnúmero de defectos y permite los "saltos" de partido,   los abandonos de funciones o posiciones -un funcionario o legislador- puede pedir licencia para buscar una "nueva" oportunidad de servir al país y, si es con el vencedor:  Huuummmm!,  Yommi!

Otro punto es la amoralidad de otro grupo de gente (incluyendo a los anteriores),  la desvergüenza,  o (como diría el Tuercas) la poca madre de los que ayer denostaban a alguien y hoy le lamen,  lo que sea para sentarse a su mesa.   Monreal se enojó por que su gurú no lo designó jefe de gobierno y dijo misa cantada y con tres padres y en latín y hasta una misa negra (y no en África!), le buscó una posición y como se sacó el gordo;  ahora sonríe al lado de su mentor, protector, o como se llame.

No sé cual sea el código de conducta del señor L. Obrador,   pero observar ésos comportamientos de alguien que pretende ser el sucesor de Hammurabi, Draco, Moisés, Licurgo, Nezahualcóyotl,  mueve a extrañeza de los externos.

Dada mi herencia,  no puedo decir que quisiera estar ahí o ser un "Lobra" boy,  pero hace sospechar que podemos terminar como un país con tiranuelo y compañía o tiranuelo & Co. (digo, para estar en la frecuencia, no?),   espero que no terminemos siendo tema de una novela como Maten al León,  del inolvidable J. Ibargüengoitia.

Finalmente que todos los elegidos,  fotografiados con su guía,  no pretendan convertirse en malas copias del mismo o, peor aun, que no vayan a ser marionetas.

Y como diría mi agüelita,  Qué Dios nos agarre confesados!  (El domingo voyir)

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