Don Álvaro Contreras Esquivel
A finales de enero me enteré, por medio de un amigo
laboral del fallecimiento de Don Álvaro (como respetuosa y familiarmente lo
identificaba y le llamaba), su
identificador cotidiano, Maestro
Contreras.
Me uní a El Globo (el genuino, no el engendro actual) en 1993, durante mi período de reconocimiento y
aculturación tuve la oportunidad de conocer a Don Álvaro. Él fue un pilar de la operación, literalmente el primero en llegar y último en
irse, abría y cerraba la planta; una de las tareas fundamentales el manejo
del personal, muchos oaxaqueños, muchos nezahualcoyenses (chimecos pa´los
cuates) algunos difíciles, otros imposibles;
pero el lubricante para que funcionaran armónica y coordinadamente era
Don Álvaro. Él organizaba, planeaba,
coordinaba, requería, ejecutaba y supervisaba los envíos y entregas a las sucursales. Funcionaba como un (en la terminología
actual) ciio o CEO y un yeneral mánayer o general
manager. La Calidad de los productos de
El Globo era parte de su responsabilidad,
que cuidaba celosamente y no era negociable, bajo ninguna circunstancia.
En muchos casos era como un padre para muchos de “sus
muchachos”, consejos, guías,
sugerencias, regaños; de manera que la
organización y la operación funcionaran como reloj suizo. Había problemas, pero nada que no pudiera resolverse.
Las nuevas acciones,
lo sorprendían, especialmente
cambios desconocidos, pero los entendía
y los aceptaba, “los tiempos cambian” me
compartió en alguna de las pláticas; en
que comentábamos situaciones y sugerencias, pero estaba abierto y nunca –al
menos en mi caso- hubo reticencia o negativa a las modificaciones técnicas,
operacionales o metodológicas; sólo buscaba entenderlas.
En El Globo era la institución que reconocíamos y
aceptábamos, cuando empezó la danza con
el monstruo (más bien con los tecolotes),
se inició un deterioro sutil en la tarea y función de Don Álvaro. Sin embargo el personal (tecoloto), bueno los que llegaron a El Globo, aceptaron –aunque de mala gana- que los que sabían y conocían la operación y
sus actividades éramos nosotros y a regañadientes nos dejaron trabajar. En ese período nos tocó el cambio de
instalaciones de Popocatépetl (la planta estaba sobre la Av. Popocatépetl, hoy eje 8 sur –que modernous!-) y de
Hualquila (si, allá por el reino de
Cuitláhuac, bueno cerca de la central de
abastos), a una zona ultraexclusiva no
sólo en México sino en otros países: la
colonia Agrícola Oriental. Los
tecolotes reconocieron la labor y el papel de Don Álvaro y le dieron su nombre
a la planta; muchos pensamos que
perduraría este reconocimiento, sin
embargo ………….
Después llegó el segundo baile, con el oso de esteban rey o estifen
kin o Stephen King, el cual se
presenta como la bondad hecha oso, en que nos dijeron que querían aprender y
saber de las artes de El Globo, pero la
triste realidad mostró otro panorama.
En algún momento dejaron ir a Don Álvaro y poco después inició el
desfile de otros, que parecía la salida
del maratón de NY, capacidades, competencias, brillanteces, talentos;
todo lo que no les gustaba bastaba para formar parte del desfile. Como son malos pero no estúpidos, en ese período no salimos todos hasta que
conocieran el proceso; sin embargo para
lo que buscaban realmente pudieron haber echado a la gente que estábamos con El
Globo, creyendo que los bimbos iban a hacer lo que debían.
Por medio de sus hijos Juan Ricardo y Álvaro y de su
sobrino Álvaro, me enteraba de que
estaba bien y seguía su vida.
Hasta el día infausto,
en que se fue a continuar su misión en otro nivel. Fue un privilegio haberlo conocido, tratado,
compartido parte de la tarea y haber aprendido de su vasto conocimiento tanto
panadero como de la vida.
Físicamente puede no estar, pero su recuerdo, sus enseñanzas, sus
comentarios y todo el bagaje que nos transmitió continuara su legado.
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