El Globo - bimbo
Conozco
El Globo desde mi infancia, cuando mis
papás consideraban que era momento de celebrar algún momento agradable con un
pan o pastel ricos.
Hacia
1993, A Laposse me invitó a participar en
una microoperación que prepararía algunos productos usados en panadería y
pastelería: Cremas y Confituras. Iniciamos formalmente en diciembre de 1993: Chocolate,
Cremas, Jarabes y
Mermeladas, Confitados y Fondanes. La cuadrilla eran 12 personas originalmente
operarios de la pastelería, un maestro y
un almacenista. No había fórmulas
escritas, no había más métodos que los
que los muchachos traían.
Junto
con las acciones rutinarias de la operación,
se fue creando una identidad de
la misma.
En
la escuela (ENCB) uno de los maestros nos dijo que una operación pequeña o muy
pequeña era más complicada que una grande,
hasta entonces lo entendí a cabalidad.
Esta
identidad fue difundiéndose en el resto de la operación, el personal se empezó a diferenciar de las
otras líneas, los procedimientos
empezaron a regularizar los productos que elaboramos, la disciplina, el orden,
la personalidad, las nociones de
calidad, el desarrollo de
productos. Finalmente el personal
logró consolidar su planta como un referente en toda la operación. Esto fue a los 18 meses de iniciar las
tareas; después fue reafirmar y seguir
creciendo.
Durante
este proceso continuamos la rutina que demandaba mantener la visión y el ánimo
del personal y de todo lo relacionado con los procesos y operaciones.
Una
de las acciones que ayudó a este proceso fue que físicamente la planta estaba (cerca
de la Central de Abastos) a 8 km de la planta de El Globo (En Av. Popocatépetl
casi con Av. Universidad) y a que mi entonces jefe –JGonzález- me dejó trabajar sin interferencias ni
cuestionamientos, esperaba resultados
que se entregaban según lo acordado.
En
el error de diciembre de 1994 de Salinas-Zedillo, la Pastelería enfrentó una crisis
severa, se adelgazó la plantilla, diversos procesos se cancelaron, se eliminaron expectativas de promoción (la
mía entre ellas), se retrasó la
expansión de sucursales. Sin embargo
los Laposse mantuvieron la operación del mejor modo posible.
Después
me encargaron otra operación,
Mezclas, en donde se
preformulaban algunas mezclas harineras,
que podían o no terminarse en la zona de Amasado.
En
este caso también debí enfrentar la reticencia del nuevo maestro, persona con experiencia y que había
sobresalido por alguna razón y así, se
convirtió en maestro; con las
excepciones de que no tenía escolaridad,
formación en jefatura, ni idea de que se esperaba –además de producir
empíricamente-. Así, tenía un enemigo: un ingeniero, que no sabe! Yo, pues.
Nunca tuve confrontación directa,
solamente volteaban a otro lado cuando había indicaciones o comentarios
de lo que haríamos o deberíamos hacer.
Fue
un trabajo arduo y desgastante.
Finalmente los maestros se regresaron a la línea de panificación y
pastelería, para dejarnos trabajar.
Después
se planteó el cambio de la planta a la colonia Agrícola Oriental, en la delegación Iztacalco. Relataban los vigilantes, antes de mudarnos, que en ocasiones tiraban cuerpos de personas
asesinadas en la esquina del edificio,
principalmente mujeres!
En 1999,
se vendió una parte de El Globo a Slim (vía Sanborns), el resto de la venta se consumó poco
después. Pensé que nos invitarían a salir, pero no,
eran malos –como Chucky- pero no
estúpidos.
El
cambio a la nueva ubicación se realizó con personal tecolote, para
darle emoción al asunto, mi jefe –el mismo JG- me regaló el Almacén de Materias Primas (Omaigod!). Otra
rayita al tigre.
La
experiencia con Sanborns fue desgastante porque llegó una colección interesante
de indeseables (para ellos, para nosotros
fue otra categoría!) y que El Globo fue un espacio para deshacerse de
ellos, algunos sobrevivieron a crisis y
transformaciones; algunos patógenos y
patológicos, nocivos y enervantes. No
encontré vacunas o medicamentos para protegerme, por lo que debí vivir con eso.
Una
característica de los tecolotes (en descargo de ellos) es que creían que sabían
de la operación y trataron de intervenir,
en algunos casos hasta hablaban de El Globo como si lo conocieran; otros aducían la condición de vencedores para
imponer su criterio (muy chiquito, casi
inexistente), en algunos casos debimos
aceptarlo, pero en su condición de que
tenían la fuerza, no la razón. La parte directiva desarrolló un relación
particular de que en ciertos momentos llegaban a la planta y despotricaban a
todo volumen; pero nos dejaban trabajar: p.e. en materias primas trataron de imponer
criterios de ahorro –comprar materiales de Sanborns, pero les mostramos que cambiaría el tipo de
producto y nos dejaban los materiales originales-. Si modificaron aspectos contables, de
registro, de administración; creo que
todavía sigue una señora (A Baires), se presenta como contadora, que llegó en ese cargamento y nunca
se entendió que buscaba o que debía ser y hacer; de las gentes que buscan el poder por el
poder a cualquier costo. Pero Sanborns
permitió que El Globo siguiera produciendo productos de El Globo.
En
el inter El Globo compró Pastelerías Monterrey, me invitaron a asistir a la compra; bueno a platicar con el ingeniero a cargo de
la operación (FSánchez) y a conocer la situación de la planta, desde mi punto de vista; iba por un mes, regresé a los cinco. Pastelerías Monterrey se convirtió
paulatinamente en El Globo de Monterrey,
lo que a la distancia se evidenció como un error serio.
Después
de esta tarea, inició actividades la
planta de León, Guanajuato. Igualmente
me invitaron a dicha operación. Ahí a
diferencia de Monterrey, se debió
trabajar en la metamorfosis de zapateros en panaderos – pasteleros, las particularidades de la gente, las tradiciones, los jefes (trasplantados del DF a León) y que
no eran tal, los sistemas incompletos,
la comunicación interrumpida, la
percepción de que todo se debía resolver allá (León) y si algo falla es culpa de
aquél imbécil (o sea yo!) y todo el cúmulo de situaciones presentes en el
arranque de una operación. Es cierto
que fue una cuadrilla de defeños que iban a capacitar a los locales, la expectativa de los defeños era terminar
su tarea y salir a pasear, conocer
leonesas, tomar refrigerios (guacamayas, cebadina, caldos de oso y
delicias similares, hummmmmmm!),
comprar cosas de piel, ……… Finalmente se terminó el período formativo y
nos quedamos con nuestro regalo, así
como con algunos defeños. Con todos los
inconvenientes la tarea se fue cumpliendo.
Se
fueron dando cambios, casi todos malos
y desafortunados. El área comercial
estaba en Guadalajara, inicialmente
estaba una persona de EGO (El Globo Original),
la Sra. Pilar, pero la dejaron ir
por no sé qué razones y llegó otra persona con severas limitaciones, una licenciada disel (dice ella que es
licenciada) Luna; no sabía nada y no
negociaba pero algunas habilidades debió tener,
las que no conocí. No ayudaba
pero como molestaba!
En
2005, el apetito del grupo
Servitje, hizo que Slim le vendiera El
Globo para “ampliar y diversificar su operación” el argumento fue algo como
que: bimbo no vende directamente al
consumidor, vamos a explorar la opción y
a aprender de El Globo! (Jijiji!). Posteriormente recordé un documental de la
forma de cazar de las orcas en zonas de focas,
en que invitan a juguetear a las focas bebé, progresivamente las alejan de la playa y
empieza el festín para las orcas; las
bebés forman parte de la cadena alimentaria de las orcas, llevando la parte sangrienta y mortal, proveyendo energía y proteína así como su
vida.
Los
primeros contactos fueron con las orcas
de avanzada (perdón, los ingenieros de
la fusión e incorporación), personas que
entiendo saben y conocen las operaciones de bimbo, pero no entendieron los procesos particulares
de El Globo, esperamos que
efectivamente, nos dejaran conservar las
actividades propias que identificaron a El Globo como una marca de productos
tipo gourmet, que se diferenciaba
claramente de los otros productos (caseros, comerciales: grandes y pequeños). Continuó la invasión de personal, que además como en la invasión
española, no llegaron las mentes y
personalidades claras y brillantes; me
parece que enviaron lo que no querían y buscaban un rincón para
desecharlos: personalidades confusas,
complicadas, acomplejadas, problemáticas
y que buscaban demostrar su superioridad ante un grupo de pequeños y modestos
Panaderos y Pasteleros, cuyo pecado era
que producían los mejores productos de panadería y repostería en México (¿cómo
se nos ocurrió hacer gala de eso ante los vencedores?; ¿cómo pensamos que nuestros pobres garibaldis
podían compararse con los gansitos,
como comparar nuestras orejas o banderillas con los exquisitos productos
de tiarosa? Alguno de los invasores
declaró sin rubor, que él si sabía
hacer pan y que debíamos aprender, pero
no nos envió a la planta de marinela,
donde había pasado años vegetando sin aportes notables. Pero muy bueno en la intriga, parece malo de telenovela.
En
algunos momentos, muchos creímos que
encontraríamos un espacio adecuado en el nuevo Globo, dado que (Oh ilusos!) encontraríamos pares,
iguales, colegas, panaderos.
Sin
embargo no fue así y llegó una pléyade de minusválidos intelectuales y
técnicos, con su verdad y que por
supuesto debimos acatar. Igualmente nos
“aceptaron”, pero como parientes pobres
(muy pobres! y enfermos).
El
rollo estuvo impresionante (debo reconocerlo)
nos hablaron de sus verdades,
una de ellas la regla de oro: respeto- justicia-confianza-afecto; desarrollo humano y la seguridad y salud, el valor de la persona y otras como si fuera
cierto. Al final de sus sesiones tipo
Goebbles la victima (perdón, el colaborador) terminaba diciendo si acepto, yo quiero.
Pero
la realidad era otra, uno de los de su
avanzada que salió de marinela. no sabía
nada, creo que todavía no aprende, tiene un carácter muy particular y es, lo
que llamo, una aspiradora energética:
estar cerca de él, consume
energía notablemente, de apellido Lozano.
En
varias ocasiones estuve en reuniones de mi jefe –JG- y otros incluyendo al susodicho Lozano. Nunca que recuerde cumplió con lo que se le
pedía, pero explicaba abundante y
generosamente. Esta fue una ilustración
del estilo que enfrentaríamos más adelante.
Finalmente
JG -todavía mi jefe-, percibió lo que
venía y decidió terminar antes de que lo terminaran, en una de sus reuniones de convencimiento
(para ellos), nos avisó su
decisión. Antes de irse, llegó el relevo, un pequeño de todo: espíritu, alma, conocimientos, físico; pero grande en su ego, ignorancia, ambición
y mezquindad –ante sus jefes y sin
producir en EG-, igualmente el
discurso: colaboración, fraternidad,
amistad, desarrollo, y todo lo demás. Parte
de lo nocivo, su apellido de prócer sureño –MZapata-.
Uno de sus rasgos ascender a cualquier costo y pasando encima de quien
fuera, evidentemente ahí no hay
amigos, solo aliados circunstanciales
que en algún momento pueden sucumbir ante los embates arribistas. Pero algo ha hecho bien, entiendo que fue promovido a otra posición
superior, aunque no hizo algo
relevante, salvo arruinar a El Globo!
En
algún momento de la operación en 2010,
se produjo una fuga de amoniaco a la atmosfera y vecinos de la zona
dieron aviso a la delegación; esto
motivó el cierre de las operaciones, el
traslado de algunas de ellas a otras plantas de bimbo y la (supuesta)
corrección de las fallas. Esto duró 3
días, al final se reabrió la operación
con la aprobación de la delegación Iztacalco,
no se $upo como $e logró dicha aprobación delegacional, oficialmente e$o no $e puede hacer (¿?) –bimbo dixit-. No hubo responsables visibles, mantenimiento y operaciones siguieron como
si nada hubiera pasado. El (pequeño) director
de operaciones como responsable de las mismas no fue ni reconvenido! Realmente no hubo reparaciones mayores, pero aun así la planta reinició. Meses después cambió el refrigerante usado.
Otro
punto relevante la “nueva planta de pastel”,
un diseño de Comas (una marca italiana), la cual ya se conocía, en Popocatépetl hubo una línea. Pero la nueva con congelación y muuuuyyy
aparatosa.
Cero. El área la diseñó mantenimiento –con muchos
bimbos- con serias limitaciones.
Hicieron lo que se les ocurrió,
un comentario que me tocó fue que con eso íbamos a trabajar. En alguna ocasión el pequeñito de
mantenimiento –otro indeseado en wonder- fue que no podíamos entrar al área en
construcción, que debíamos esperar al
término. Finalmente, Salida
la mercancía, no se acepta devolución. Frase genial para los pequeñitos (desafortunadamente
una legión de ésos pequeñitos, no hacen
ni medio normal!).
Primero. El riel muy angosto. Sin recuperación de materiales entre tramos
de banda.
Segundo. No se consideró la preparación de los
“mamones”. Después de horneados, su rebanado y alimentación a la banda.
Tercero. La preparación y alimentación de crema y de
jarabe.
Cuarto. Entiendo que no se consultó con los
pasteleros –los que saben, no los bimbos-
para entender el proceso completo y
correcto. No se hicieron pruebas en la
planta de Italia con los materiales mexicanos:
mamones, crema y jarabes. Tampoco
fue ningún pastelero a Italia.
Quinto. Se trajo una adicionadora de jarabe de España, habilitada para operar a 440 V, en la planta algunos equipos operan a 220
V, ninguno opera a ese voltaje.
Sexto. Se trajo una “alisadora” de crema, prácticamente para terminar el pastel. Hasta mi salida, no funcionaba adecuadamente. La operación la terminaba una cuadrilla de
operarios.
Séptimo. Un equipo para decorar, tampoco funcionaba adecuadamente. Un comentario de un sucio italiano (no era
grosero, era no limpio) es que el
material era diferente de lo “normal” en otras operaciones y plantas.
Octavo. La empresa italiana o el
intermediario, ¿pactaron con el pequeño director, otorgaron comisiones jugosas, porqué las fallas tan abundantes y grotescas?
Otro
rasgo notable del personal dilecto que nos tocó en suerte o, tal vez, sea uno
de la empresa es la Cultura del Chisme, inventando intrigas, escuchando lo que se dice,
creando escuchas o chismosos, inventando o suponiendo lo que se piensa o lo
que se cree y liberando chismes, dichos,
pensamientos y creencias.
Tal
vez por ello su lema de Altamente productivos y Plenamente humanos.
Me
parece que lo rescatable de esa empresa son los pilares Servitje (Lorenzo y
Roberto) de la vieja guardia, no
imagino lo que será cuando el actual director (Daniel Servitje) tenga el control completo.
El
período de bimbo en El Globo da mucho material fundamentado y de reflexión para
escribir muchas páginas, puede ser
desgastante por todo el malestar y la desazón que implica. Considero que El Globo mutó en un ente
diferente cuando bimbo pensó que debían implantar su filosofía, su
administración, sus técnicas gerenciales,
sus procedimientos, sus materias primas y su visión de lo que debe ser El
Globo. Finalmente El Globo es un ente
distinto de lo que fue en la era Laposse,
es algo irreconocible y sólo lo
entienden y comparten los dueños y sus mastines así como los advenedizos que
esperaban una oportunidad como esta para emerger, evidenciar su real dimensión y someterse a la voz del amo. Lástima.
El Globo fue una experiencia laboral
interesante, intensa, valiosa, creadora
y creativa, durante los inicios (Era Laposse); normal y rutinaria en el medio (Era
Sanborns) y desgastante y deprimente en la última (Era
bimbo). Siempre fui un
profesional, lamento en lo que se
convirtió algo que consideré un referente de mi vida personal y laboral, pero como diría una canción de microbús –y a
todo volumen-: Así es la vida. Finalmente Arturo de Córdova terminaría
estas líneas con su frase magistral: No
tiene la menor importancia. Por último diría que todo el trabajo, el
empeño, la expectativa, mis perdidas familiares y personales, el esfuerzo, sólo valieron lo que yo les asigné; la función con los bimbos definitivamente no
valió la pena, no valen la pena igual
que lo que hacen.
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