Caída de México-Tenochtitlan
13
de Agosto de 1521
La
ciudad estado de México – Tenochtitlan cayó en manos de los españoles después
de noventa y tres días de sitio, la
habitaban casi un cuarto de millón de personas. Cortés contó con sus propios hombres,
armas, caballos, trece bergantines y los miles de soldados de los ejércitos
indígenas aliados de Texcoco y de Tlaxcala.
El
sitio se desarrolló de manera planeada. En
Chapultepec, Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid, tras fuerte batalla, rompieron
el acueducto que surtía de agua a los mexica.
Gonzalo de Sandoval fue a Ixtapalapa auxiliado por Cortés y sus
bergantines, pero fueron atacados por los mexica cuando pasaban por el peñón de
Tepopolco. Cortés desembarcó y tomó el
peñón. Mientras tanto, unas quinientas canoas
atacaron a los bergantines, pero la acción del viento las hizo chocar con las
naves enemigas. Ya aislado, Cuauhtémoc acudió al Tlalocan para
sujetarse a la voluntad de su gente: decidieron que era mejor morir antes que
ser esclavos de los españoles; organizaron la defensa de la ciudad, mandaron
sacar a los que no podían ayudar en la guerra y aprovisionarse de gran cantidad
de víveres y armas; ordenó que todo aquél que pudiera lanzar una piedra o una
lanza y blandir una macana, fuera hombre, mujer o niño defendiera la Gran
Tenochtitlan.
Ni
mexicas ni españoles pensaron que el sitio se prolongaría tanto tiempo; los
víveres escasearon. Para evitar que los bergantines se acercaran a
la ciudad, los mexica colocaron grandes estacas debajo del agua que bloquearon
el avance de las naves y también hicieron zanjas en las calzadas para impedir
el avance por tierra. Durante los
ataques fue táctica indígena hacer un ruido ensordecedor, gritar e insultar a
los españoles para atemorizarlos, lo mismo que vestir trajes aterrorizadores.
Contra
la costumbre indígena, Cuauhtémoc emprendió combates nocturnos que
desconcertaron a los españoles. La lucha fue sin cuartel: mientras los
indígenas eran muertos, los españoles eran hechos prisioneros para
sacrificarlos. Cortés cayó prisionero de los tlatelolcas,
quienes trataron de conservarlo para sacrificarlo en el Templo Mayor a Huitzilopochtli, pero uno de sus hombres lo
liberó del guerrero que lo retenía, lo que dio tiempo a que Antonio de Quiñones
lo salvara de la furia mexica.
Captura de hispanos |
Previamente
los aztecas y tlaxcaltecas fueron asolados por una epidemia de viruela
(sarampión de acuerdo a la sintomatología),
que trajo un esclavo negro de Pánfilo de Narváez a Veracruz, según relatos de la “Noche Victoriosa” [para
los mexicanos], Triste para los hispanos
del 30 de junio de 1520. Un guerrero
azteca encontró a un hombre de piel negra en agonía, no por heridas de batalla sino por una
enfermedad causante de hemorragias por nariz,
tos e inflamación de garganta y nariz,
pequeñas llagas en todo el cuerpo.
El guerrero corrió la voz y muchos acudieron a verlo. Esto ayudó a los invasores con un arma letal
y eficacísima que enfermó a la capital
azteca y región aledaña; esta epidemia
cobró entre sus primeras víctimas al emperador Cuitláhuac, sucesor de Moctezuma II, como sucesor se nombró a Cuauhtémoc.
Cuauhtémoc |
Poco
a poco Cortés cerró el cerco, destruyó todo a su paso. Ordenó un ataque general, nuevamente fue
rechazado y derrotado; además, le faltaron pólvora y municiones, pero
casualmente llegó un barco a Veracruz que lo aprovisionó.
Asalto de Tenochtitlan. |
Señala
Brian Hamnett (Historia de México): “La ventaja estratégica de Cortés
fue haber llegado a Tenochtitlán en un momento de debilidad política dentro del
régimen gobernante. Al mismo tiempo,
las potencias rivales y subordinadas ardían de resentimiento hacia el dominio
azteca y buscaban una oportunidad para devolverle el golpe. Aunque
la hegemonía de la ciudad se encontraba en su punto culminante, los errores
tácticos de Moctezuma proporcionaron la oportunidad de asestar un golpe
repentino contra la autoridad del jefe del estado azteca. Con todo, la reducción de Tenochtitlán
requirió un esfuerzo ingente, pues los métodos bélicos aztecas plantearon grandes
dificultades a los españoles. En primer
lugar, las calzadas de 7 m de anchura que unían la ciudad con las orillas de
los lagos podían cortarse con fines defensivos, lo cual, unido a su angostura,
neutralizaba la ventaja española de combatir a caballo; los aztecas demostraron
una gran destreza en el empleo del arco; sus lanzas de punta de piedra cortaban
mejor que el acero español; los dardos lanzados con tiradores podían penetrar
la armadura y matar; las piedras de las hondas también infligieron daños a los
españoles. Como consecuencia de una
resistencia sostenida, si bien minada por el temprano impacto de las
enfermedades europeas, los españoles y sus aliados tuvieron que conquistar la
capital azteca calle por calle.”
Enfermos de viruela. |
Al
principio del sitio, los mexica incineraban a sus muertos; después, la
intensidad de la lucha les impidió hacerlo. Según las crónicas los muertos tapizaban el
suelo y el olor era insoportable.
Sin
dejar de combatir los mexica se refugiaron en el último reducto indígena:
Tlatelolco. Cuauhtémoc ya no pudo resistir más, se preparó para huir pero fue
apresado.
Pueblo
devoto a sus dioses y a sus oráculos, ahora era abandonado por ellos. De nada
habían servido los numerosos y constantes sacrificios para mantener el orden
cósmico del quinto sol.
Más
de 50,000 mexicas murieron como consecuencia de la peste declarada al no haber
tierra suficiente donde enterrar sus muertos y de disentería y otros 15,000
fueron ejecutados por los aliados indígenas, que así cobraban las afrentas
sufridas.
La
noticia de la caída de México-Tenochtitlán sacudió a todo el mundo indígena,
trayendo una cadena de rendiciones y vasallajes hacía los conquistadores.
Así
comenzará una nueva era que durará trescientos años.
La
derrota producirá un trauma profundo. Destruidos sus dioses, su gobierno hecho
pedazos, su gloria perdida y su civilización arrasada sin más límite que los
intereses de los nuevos amos, el recuerdo de la derrota arraigará en el
espíritu de los vencidos.
Según
el autor Ruiz, Ramón. E. en su libro Por qué unos cuantos son ricos y la población
pobre: Los españoles buscaban
riqueza en donde se encontrara, por ello
la búsqueda de nuevos territorios; ya
que en ese tiempo, España no tenía una
población excedente dispuesta a emigrar, ni intención alguna de colonizar el
Nuevo Mundo. Su propósito, como subrayó
el filósofo mexicano Samuel Ramos, fue la explotación. Desde el principio, la corona dio carta blanca
a una horda de filibusteros, pidiendo sólo una parte del botín. El anhelo de oro y plata, ya fuera de
mercenarios o déspotas reales, sentó las bases del México colonial. El deseo de aventura y la cruzada para
cristianizar a los paganos tuvieron algo que ver en esto, desde luego; pero, en
definitiva, fue el sueño de hacer fortuna lo que impulsó a los españoles a
jugarse la vida.
Sin
embargo, la caída de Tenochtitlán no significará la conquista definitiva
española sobre los pueblos indígenas. Principalmente
en el norte y el sureste del actual territorio mexicano, la resistencia de los
indígenas se prolongará los siguientes siglos de la Colonia y del México ya
independiente.
La
construcción de ciudades en Nueva España empieza inmediatamente después del
triunfo militar de los españoles sobre los indígenas. Las
ciudades virreinales sirvieron de asiento a la población española y de base
para el dominio de los recursos humanos y materiales del territorio
conquistado. Además de crear nuevas
ciudades de corte español, los conquistadores obligaron a la población indígena
a concentrarse en ciudades para tener un mejor control y dominio sobre
ella".
Construcción sobre los despojos de Tenochtitlan. |
Al
final, incluso los pueblos aliados de los españoles fueron vistos como vencidos
y sometidos a grandes tributos.
Si
bien los primeros conquistadores españoles se maravillaron con la ciudad de
México-Tenochtitlán, a la que compararon con Venecia; con el zoológico de
Moctezuma Xocoyotzin, con el gran mercado de Tlatelolco, con la civilidad de
los mexicas y su organización; los que arribaron con posterioridad negaron
incluso la falta de razón a los indígenas con tal de esclavizarlos. Así lo narra Bernal Díaz del Castillo: “…y
como en aquel tiempo vinieron de Castilla y de las islas muchos españoles
pobres y de gran codicia, y caninos y hambrientos por haber de riquezas y
esclavos, tenían tales maneras que se erraban los libres…”
“A
ocho años de la conquista, 1529, el primer obispo de México, fray Juan de
Zumárraga confirmó esto y se lo informó al rey emperador Carlos V; con lujo de
detalles, le decía: “innumerables indios que los hacen trabajar como esclavos
sin perdonarles fiestas ni darles un puño de maíz que coman, haciéndoles traer
todos los materiales acuestas y comprarlos por sus propias haciendas”. Fray Juan de Zumárraga cuenta más de 20
cargas de navíos, repletas de esclavos indígenas. A tal punto estaba la situación que los
mismos indígenas procuraron además de huir a los montes, no tener más hijos,
como lo siguió informando Zumárraga, el obispo “los indios naturales de ella se
han propuesto y tomado por mejor remedio y así está mandado entre ellos por sus
mayores que despueblen sus pueblos y casas y se vayan a los montes y que
ninguno tenga participación con su mujer por no hacer generación que a sus ojos
hagan esclavos” […]
Lo
peor estaba ocurriendo: el suicidio. Los esclavistas ya habían tenido experiencia
de que su “mercancía” se suicidaba, por lo que al embarcar a los indígenas para
ser esclavos en las islas se les ataba al mástil, para evitar mermas a su
comercio, fray Juan de Zumárraga denunció este crimen: “aquellos pobres indios,
vasallos de Vuestra Majestad que de la tierra han sacado […] se han ahogado, y
así lo hicieran todos si no los guardasen, velasen y aprisionasen los españoles
porque no se matasen”.
La
esclavización y la extrema explotación a que se someterá a los indígenas, junto
con las enfermedades traídas por los europeos, provocarán uno de los peores
desastres demográficos que han aquejado a la humanidad: el territorio del
Anáhuac, antes densamente poblado (de 14 a 25 millones), a la vuelta de poco
más de un siglo, en 1640, sólo registrará 1.3 millones de sobrevivientes.
Estado
e Iglesia serán los actores económicos más importantes en la Nueva España:
compartirán el poder político, ideológico y fiscal. La principal función del gobierno virreinal
será la extracción de recursos para la metrópoli, mediante impuestos sobre la
plata, el oro y la amonedación, sobre el comercio (alcabalas) y los pulques,
así como el cobro de tributos a los pueblos de indios. En los primeros siglos, la recaudación será
arrendada a particulares, y finalmente se asignará a funcionarios fiscales que,
además, administrarán para beneficio de la Corona, los estancos (monopolios
reales) del tabaco, la pólvora, el azogue, los naipes, la nieve y la sal, entre
otros. La Iglesia participará de esta
extracción por medio de los diezmos impuestos a españoles, mestizos e indios,
de las limosnas, legados, dotes y capellanías, y del cobro por servicios
espirituales y ceremoniales; también, de manera muy importante, sacará provecho
de la producción agrícola y ganadera de sus conventos; así la Iglesia llegará a
concentrar la propiedad raíz y se convertirá en la principal fuente financiera
de propietarios rurales, comerciantes y mineros.
El
sector más dinámico de la economía colonial será la minería de plata, que
requerirá de gran cantidad de mano de obra especializada libre o esclava,
mulas, caballos, herramientas, pólvora, azogue, sal, alimentos, telas, cuero,
alcohol, tabaco, pulque, y leña en tan ingentes cantidades que harán
desaparecer los bosques. El peso de
plata circulará no sólo en España y sus colonias, sino en el resto de Europa,
Rusia, India y China. A lo largo del periodo colonial, los
principales centros mineros serán Taxco, Zacualpan, Guanajuato, Zacatecas,
Sombrerete, Parral, Real del Monte, Pachuca, Zimapán, San Luis Potosí, Real del
Catorce y Mazapil. La minería de plata dará origen a cuantiosas
fortunas como las de José Romero de Terreros y Joseph de la Borda. México será
un país minero, el mayor productor de plata de mediados del siglo XVI hasta
fines del siglo XIX.
Para
el indígena el mundo, su mundo, se desplomaba delante de sus propios ojos, todo
se derrumbaba; todo se hacía nada. Los indígenas eran testigos de que sus dioses
en nada habían valido, ¿dónde estaban, en dónde se encontraban ahora que tanto
los necesitaban? ¿Dónde estaba el enérgico y recio Huitzilopochtli que tantos
sacrificios humanos exigió a cada momento, dónde estaba aquél que era
alimentado por los corazones y la sangre de sus hijos? ¿Dónde estaba aquél dios
que supuestamente los guiaba con brazo cósmico? Entonces era cierto, luego era
verdad, los dioses también habían muerto.
Uno
de los claros signos del estado de trauma que sufría el pueblo indígena fue la
embriaguez […]. Ante los hechos una asombrado Motolinia declaraba como los
indios “no querían entender otra cosa sino en darse a vicios y pecados” […]
“Parece que el demonio a río revuelto introdujo las beoderas y se tomó licencia
general que todos pudieran beber hasta caer, y los hombres volverse como
brutos, de manera que como cesó la autoridad y poder de los jueces naturales
para ejecutar sus oficios, cada uno tuvo licencia de hacer lo que quiso y de
irse tras su sensualidad. No iba a ser fácil dignificar a este ser humano
abatido, destruido, desmoronado, ante la catástrofe no sólo cultural sino
esencialmente religiosa en la que había puesto toda su confianza y era la razón
y el sentido de toda su existencia […]
Otro
problema y grave trauma fue el mestizaje; al inicio los indígenas entregaban a
sus hijas y hermanas a los “dioses” españoles, pero al final, tampoco ellos
amaban a los engendrado pues era producto de violación. Los españoles, aunque
embarazaron a infinidad de muchachas indias, simplemente ignoraron a sus
propios descendientes. Condenándolos a ser parias, dolorosamente inadecuados y
rechazados por los dos mundos que les habían dado el ser”.
La
falta de mano de obra sujeta a la explotación, será resuelta con esclavos
negros, que serán el tercer componente del mestizaje americano. Las
fluctuaciones de la población indígena determinarán las posibilidades de
extracción y explotación de los recursos naturales. Así se construirá una economía de exportación
orientada a satisfacer las necesidades de la Corona Española con base en la
autoridad real y eclesiástica, en el poder de unos cuantos señores favorecidos
por los sucesivos reyes, y en la explotación de indígenas, mestizos y esclavos,
cuya marginación extrema conformará una de las sociedades más desiguales de la
historia.
Doralicia Carmona.
MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Jorge Pérez Uribe. Al Momento Noticias
Un término que no comparto es la llamada
conquista
española, considero que se
conquista a una nación inferior
a la que conquista; México, en modo alguno, era inferior a
los
españoles; así que los europeos nos
invadieron y
tuvieron la astucia para identificar los puntos débiles de los
mexicas e imponer las ventajas que trajeron de Europa,
pero en modo alguno eran superiores a los
mexicas.
La derrota del ejército Mexica a manos de
los invasores
españoles, significó la
caída de México – Tenochtitlan.
Los hispanos estaban con sus aliados totonacos,
cholultecas, tlaxcaltecas y de
otras naciones; además de
contar con
elementos como la pólvora, el
acero, el caballo
y ………. la microbiología
patógena; a esto se debe añadir
el miedo,
los presagios, el emperador Moctezuma
Xocoyotzin, el retraso en reconocer que no regresó
Quetzalcóatl sino una
caterva de enanos, sifilíticos,
ambiciosos, ignorantes que medraron con los
odios de unos
y el miedo de otro. Hay
registros de personajes que
reconocieron la realidad de los invasores y
trataron de
eliminarlos, incluso de
españoles mismos –un Capitán
Villafaña que intentó neutralizar a Cortés- pero, pero
………..
Algo trágico, fue que al terminar las batallas, los aliados de
los hispanos creyeron que
serían señores; pero fueron
otros de los esclavizados; los europeos mostraron su
verdadero rostro
cuando ya pudieron actuar de acuerdo a su
naturaleza.
La Historia es solamente un registro, generalmente
sesgado y la escriben los
vencedores, afortunadamente
quedaron
documentos tanto indígenas como de los
españoles valiosos (que si los hubo, pocos y a destiempo)
para reconocer lo que
era México antes de la llegada y
mucho de lo relevante, importante y
valioso. Actualmente
no queda sino
reconocer lo que sucedió, ponderar y
valorar
lo que fuimos y lo que siguió;
no olvidar, honrar y respetar
la
memoria de nuestros ancestros, lo mejor
de la rama
Mexica, lo mejor de la otra y
trabajar intensa y
continuamente para ser mejores cada día. Muchas
gentecitas, tratan de minimizarnos y dicen que lo que
vivimos hoy con el presidente (EPN) y su caterva de
colaboradores es
consecuencia de nuestro pasado; en
esos
tiempos, este grupo de personajes
hubieran sido
macehuales o mayeques,
sino que tamemes. El gobierno
hubiera sido de los brillantes,
honestos, inteligentes.
Lástima,
pero no debemos caer en el desánimo,
hay
mucho que recordar, y sobre
todo conservar para
transmitirlo a nuestros hijos o nietos para que sepan de
donde vienen y cuál es su herencia y que deben preservarla
para transmitirla
cuando les corresponda. Se debe
considerar que en todos los países hay gente buena y mala
y no se puede
generalizar, como : ….. los
mexicanos son
corruptos (transas, gandallas, flojos, fiesteros,
desmadrosos, más lo que se les ocurra)
…… Nadie puede
generalizar y decir
que todo el país se comporta así, al
menos yo puedo decir que no soy así, los
míos tampoco,
así que ya no fuimos todos
los mexicanos.
Una frase que debiera acompañarnos siempre
está en el
Museo de Antropología en Chapultepec, igualmente
nuestro compromiso con nosotros y
con el México antiguo y
con el que vendrá.
En tanto que permanezca el mundo,
no acabará la fama y la gloria de México-
Tenochtitlan.
Memoriales de Culhuacán.
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