Hiroshima

6 de agosto de 1945.

Alemania se rindió el 8 de Mayo de 1945 a los Aliados y a la Unión Soviética.   Pero el Eje todavía no había terminado, faltaba Japón.   Su rendición implicaría el sacrificio de un gran número de civiles.  

Desarrollo de la Bomba.    Antes de que Estados Unidos entrase en la Segunda Guerra Mundial, en 1939, inició un proyecto para desarrollar la bomba atómica,  el Presidente Franklin D. Roosevelt asignó 2 000 millones de dólares.
Albert Einstein, había hecho importantes descubrimientos sobre el uranio y el plutonio.  Después del 7 de Diciembre de 1941, tras el ataque japonés sobre Pearl Harbor,   la energía atómica se convirtió en un proyecto militar.    El  proyecto se desarrolló en Los Álamos,  Nuevo México.    El nombre “Proyecto Manhattan”.
A las 5:00 de la mañana del domingo 16 de Julio de 1945, la primera bomba atómica de la Historia hizo explosión en Alamogordo, Nuevo México.
Poco antes de la Conferéncia de Postdam para decidir el futuro tras la guerra, el nuevo presidente de Estados Unidos tras la muerte de Roossevelt, Harry Truman, fue informado de la explosión.    Dada la derrota de Alemania en Europa,  la bomba se destinó a Japón.
Durante la Conferencia de Postdam en Julio de 1945, los Aliados sentaron las bases sobre qué hacer con Japón y con el mundo en la posguerra.  En la misma conferencia Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS acordaron juntos que la única salida que tenía Japón era una rendición incondicional.   De lo contrario Truman advirtió con una sola frase lo que podía sucederle al Japón: “rápida y total destrucción”, mensaje de lo que en realidad sucedería en el futuro.

Ultimátum a Japón.    El 19 de Julio de 1945 el B-29 de Paul Tibbets y su tripulación aterrizaron en la Isla de Tinian sobre el archipiélago de Las Marianas en el Océano Pacífico.    
Para el 26 de Julio de 1945 los Aliados enviaron un ultimátum a Japón exigiendo la rendición incondicional o bien la destrucción de todo su territorio metropolitano.   El mismo día curiosamente desembarcó en Tinian la bomba atómica de uranio “Little Boy”,   del crucero USS Indianápolis.
Kantaro Suzuki, Primer Ministro de Japón, rechazó el ultimátum el 28 de Julio.   Ni siquiera intimidaron las amenazas que la Unión Soviética propagó contra el mismo Japón.    El Ministro de Asuntos Exteriores, Shinegori Tojo, intentó por todos los medios que el Gabinete solicitara la paz cuanto antes y buscara una solución que pudiera resultar confortable para los dos bandos. Sin embargo el ala radical del ejército, se negó.   Japón estaba sentenciado.
La bomba "Little boy"

 Durante el trayecto de vuelta fue hundido por un submarino japonés muriendo más de 500 personas, muchas de las cuales fueron devoradas por tiburones.

Crucero pesado USS Indianapolis transportando la bomba atómica Little Boy a Tinian.

Una de las consecuencias del hundimiento del USS Indianápolis es que agravó las prisas estadounidenses por lanzar el arma. Como era lógico pensaron que si el buque que cinco días antes había transportado la bomba atómica, había sido torpedeado y hundido, los japoneses probablemente sabrían algo. Aquel suceso sin duda causó una psicosis en los altos esferas militares y obligó al adelantamiento del bombardeo.

Blanco?:   Hiroshima.    Kioto era el lugar idóneo para el ataque, sin embargo las ciudades de Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki también presentaban un excelente blanco.    Kioto quedó descartada por ser uno de los principales centros culturales de Asia y Niigata quedaba demasiado lejos por situarse en el extremo más septentrional de la Isla de Honshu, con lo cual la lista se redujo a Hiroshima, Kokura y Nagasaki.
Hiroshima era una ciudad de más de medio millón de habitantes con 6 km de largo por casi 9 km de largo.   La urbe estaba dividida en cinco islas y que se unían mediante puentes o franjas de tierra a una zona continental en el norte.  En el centro ciudad se erigía el Castillo de la Carpa construido en la Edad Media durante la época samurái, hallándose alrededor edificios importantes como el Ayuntamiento, el Cuartel General del Ejército Regional, la Sede de la Kempei Tai (Policía Secreta), el Salón de Promoción Industrial y la Clínica Shima. Al este se situaba la Estación de Hiroshima junto al Cuartel General y el famoso Monte Futaba. Al sur de la ciudad, pegados a la bahía se localizaban el Parque Eba, el Aeropuerto y las Industrias Mitsubishi sobre un dique artificial.
El alcalde de Hiroshima,  Awaya hacía gala de que su ciudad nunca había sido bombardeada, ya que era uno de los pocos sitios de Japón en los que no había importantes objetivos militares estratégicos. Precisamente dentro de Hiroshima solamente se situaba el II Ejército Imperial Japonés al mando del mariscal de campo Shunroku Hata con 40.000 soldados, cifra de las más reducidas de Japón.   Siempre la vida en Hiroshima había sido muy tranquila. Sus habitantes eran de un carácter conservador, humilde y familiar. Lo que estaba a punto de ocurrirles nunca se lo hubieran merecido.
bomba
Ciudad de Hiroshima,  antes y después.

Razones.   Decidir el bombardeo sobre Hiroshima no fue fácil.   Truman dudó en diversas ocasiones. Sin embargo los norteamericanos no se podían permitir otra sangría como la Batalla de Okinawa (Mayo-Julio de 1945) en la cual los Aliados habían sufrido 12 513 muertos, además de pérdidas materiales enormes en barcos y aviación por culpa de los aviones japoneses suicidas kamikaze. Y Okinawa no era la única experiencia, antes habían tenido lugar batallas igual de sangrientas como Guadalcanal (1942), Tarawa (1943), las Islas Marshall (1944), Islas Marianas (1944), Peleliu (1944) e Iwo Jima (1945). Más de 100.000 estadounidenses habían muerto en estas islitas diminutas diseminadas a lo largo de todo el Océano Pacífico. Si una porción de tierra tan insignificante había causado tales pérdidas humanas, invadir enteramente Japón con sus cuatro grandes islas de Honshu, Kyushu, Shikouku y Hokkaido costaría al menos más de 1 millón de vidas estadounidenses y varios millones de vidas japonesas. Y eso sin contar los territorios aún muy grandes del Imperio Japonés en China, Manchuria, Corea, Sajalín, Formosa, Nueva Guinea, Indonesia, Malasia Singapur, Indochina, Islas Bonin, numerosos archipiélagos del Pacífico, etcétera, de donde tenían que ser desalojados.
Superfortaleza volante B-29 “Enola Gay” aparcado en el aeródromo   de Tinian, Islas Marianas.
Otra de las razones del lanzamiento de la bomba fue la rivalidad más intensa con la Unión Soviética.   A pesar de las advertencias de Churchill, Estados Unidos no hizo caso del futuro peligro que podría suponer Stalin y la URSS.   Inesperadamente Washington había permitido al comunismo quedarse países “libres”,  como Polonia, Checoslovaquia o Yugoslavia, además de cederle otras naciones como Hungría. Al terminar las hostilidades en Europa, Truman quiso enmendar el error cuando Stalin comunicó que pronto declararía la guerra a Japón para ayudar (aunque realmente el principal motivo era extender el comunismo por los territorios del Imperio Japonés). Truman que entendió la jugada de Stalin, supo que cuanto antes fuese derrotado Japón, la URSS menos terrenos podría conquistar a costa de los japoneses y menos influencia tendría en el Lejano Oriente. Para acelerar esa caída la única solución era la bomba.
El 5 de Agosto de 1945, el coronel Paul Tibbets pintó bajo la cabina de su B-29 las palabras de “Enola Gay”, en honor a su madre.    Por la tarde, la tripulación asistió a una reunión sobre el plan de vuelo para la mañana del día 6 de Agosto.   Les dijeron que lanzarían una bomba de un nuevo tipo de alto poder explosivo.  La tripulación se preparó.    Al mismo tiempo,  Truman regresaba a Estados Unidos y era informado de lo que ocurría en el Pacífico.
A medianoche la tripulación del “Enola Gay” recibió sus últimas instrucciones. Aquel fue el último cielo estrellado para muchas personas, faltaban pocas horas para uno de los días más cruciales en la Historia.
Tripulación del bombardero "Enola Gay"

El vuelo del “Enola Gay”.     Las tripulaciones se despertaron al filo de 1 de la madrugada del día 6 de agosto de 1945,   varios camiones recogieron a los tripulantes del “Enola Gay” y de los otros dos B-29 que les acompañarían en el vuelo, eran el “Great Artiste” y el “Número 91″ con la misión de fotografiar el lanzamiento y el estallido para su evaluación y conocimiento.
Debido a la nubosidad en algunos puntos de Japón,  después de  la 1:30 h  tres B-29 despegaron para comprobar la climatología.   El “Straigh Flush” se dirigió a Hiroshima, el “Jabit III” a Kokura y el “Full House” a Nagasaki.   Antes de las 2:00 h despegó el B-29 “Top Secret” con el fin de esperar al “Enola Gay” sobre la Isla de Iwo Jima por si surgía algún problema.
Mientras el “Enola Gay” estaba recibiendo sus últimos retoques finales y se comprobaba la bomba llamada “Little Boy” en el interior del compartimento, fotógrafos, periodistas y camarógrafos de cine empezaron a grabar el momento histórico.   
Antes de las 2:30 el “Enola Gay” encendió los cuatro motores de hélice.   A las 2:45 h despegaron.   Poco después despegó el “Great Artiste” e inmediatamente después el “Número 91″. Los diez primeros minutos de vuelo el viaje se realizó con una excesiva tranquilidad, pudiendo encontrarse en formación los tres B-29 sobre la brisa nocturna del Pacífico.
Sobre las 3:00 h se inició la preparación de la bomba y activar sus cargas.   Minutos más tarde quedó lista.   Siguió el vuelo según el programa y a las 6:30 h,  activaron la bomba.    La isla de Kyushu apareció en su visión cuando el Sol empezaba a asomar por el horizonte.   Elevaron el avión a 9 000  m (30 000 pies) en prevención a un ataque japonés.

“Enola Gay” llegando a las costas de Japón el 6 de Agosto de 1945.

Ignorando lo que iba a pasar, las alarmas aéreas en Hiroshima empezaron a sonar después de las 7:00 h cuando el B-29 “Straight Flush” de reconocimiento sobrevoló la ciudad.  La gente acudió a los refugios al oír el aviso. Pero el “Straigh Flush” no era peligroso, simplemente siguió volando sobre la ciudad para informar por radio al “Enola Gay” de que el objetivo estaba despejado con un magnífico sol y sin nubes con visibilidad de entre 15 y 20 kilómetros. Tibbets recibió el mensaje con optimismo y comunicó a toda la tripulación que el objetivo era Hiroshima.   Cerca de las 7:30 h la alarma dejó de sonar en Hiroshima y la gente empezó a salir de los refugios.
Aquella mañana en Hiroshima del lunes 6 de Agosto de 1945, se mostraba como un día típico del inicio laboral de la semana. Las calles estaban repletas de gente caminando hacia el trabajo, en las casas las personas desayunaban con sus familias, el transporte público funcionaba abarrotado a esas horas y las aceras estaban llenas de niños marchando hacia la escuela.
Justo a las 8:11 h, los ciudadanos de Hiroshima vieron aparecer a lo lejos los tres B-29 en la ciudad. Eran el “Great Artiste” y el “Número 91″ en los flancos, escoltando al “Enola Gay” que avanzaba hacia el centro ciudad.
Nadie pareció percatarse de los aviones enemigos.  En aquellos momentos el mariscal Shunroku Hata del II Ejército Imperial estaba orando con su familia en casa.  Mientras tanto el alcalde Awaya, muy cerca del Puente Aioi, desayunaba con su esposa, hijos y su nieta.  Fatalmente para la población la alarma aquella vez no sonó porque los vigilantes pensaron que se trataba de otro reconocimiento aéreo.   Con toda claridad los tripulantes del “Enola Gay” vieron la ciudad de Hiroshima bajo sus pies.   El objetivo para el lanzamiento era el Puente Aioi sobre el Río Ota.
El comandante ordenó a todos su tripulación ponerse las gafas protectoras contra rayos ultravioletas.  A continuación activó la luz verde,  indicando la señal de ataque.  A las 8:15 h se abrieron las compuertas de carga, quedando colgando mediante los enganches el “Little Boy”.   Casi al mismo tiempo los aviones dejaron caer unos calibradores de onda expansiva en paracaídas.   Ahora sólo quedaba lanzar el artefacto.  Cuando estuvieron seguros,  el objetivo se fijó.    La bomba atómica de casi 4.5 ton de peso se soltó de sus cables a las 8:15:17 h.
Tan pronto como el avión soltó la bomba,   inició su ascenso rápidamente.   Mientras tanto el “Little Boy” cayó a una velocidad vertiginosa.   El “Great Artiste” y el “Número 91″ activaron sus cámaras de video y fotográficas para recoger el momento. Todas las tripulaciones cronometraban nerviosos e invadidos por el miedo el instante en que la bomba hiciese blanco.
A mitad del recorrido de la “Little Boy”, un diminuto objeto negro que caía en picado empezó a verse desde la ciudad.   A 1 500 metros del suelo el interruptor barométrico del “Little Boy” se disparó, la presión del aire accionó el detonador contra las cargas de TNT convencionales, al mismo tiempo que la cápsula cónica de uranio 235 golpeó a un barril de explosivo que se fusionó con esta.   La fuerza del impacto hizo que el primer átomo de uranio fuera bombardeado, después el segundo y el tercero, provocando una reacción en cadena.   La situación en el interior de la bomba se volvió tan inestable que a las 8:16 horas estalló a 250 metros del suelo comenzando de esta manera la Edad Atómica.

La Bomba Atómica.   A las 8:16:43 h del 6 de Agosto de 1945, a 250 metros del Puente Aioi y sobre la Clínica Shima, una diminuta luz roja y violácea se expandió en milésimas de segundos en una cegadora luz de colores que dejó ciegas a cientos de personas.  Acto seguido se produjo una colosal detonación equivalente a 12 500 toneladas de TNT que rompió los tímpanos de la gente y provocó hemorragias en sus narices.
Reloj marcando su hora,  del bombardeo.

De la explosión se formó una inmensa esfera de fuego azul de 100 metros de diámetro que alcanzó una temperatura de 300 000 grados. La bola llameante solamente duró poco menos de un segundo, pero volatilizó a todo ser humano en un radio de un kilómetro cuadrado. Los que estaban lejos y se encontraban junto a una pared o superficie opaca quedaron impresos como si fuesen fotogramas.
Momento de la explosión atómica en Hiroshima con el “Enola Gay” escapando del radio de acción.
Extinguida la bola, la temperatura y la destrucción alcanzó extremos inimaginables.   La Clínica Shima en la zona cero se cayó quedando desintegrados todos sus ocupantes.   El calor generado carbonizó las casas de madera y postes telefónicos y fundió las tejas de las casas.   La explosión alcanzó el Castillo de la Carpa que fue destruido al instante, pereciendo en su interior miles de soldados japoneses y casi todos los prisioneros de guerra estadounidenses calcinados en sus celdas a manos de su propio bando.   En el Centro de Comunicaciones la detonación alcanzó plenamente este lugar que se hallaba repleto de colegialas adolescentes,  todas murieron.   Dentro de los tranvías las personas sin saber cómo,   se encontraron chamuscadas por el fuego sentadas en sus asientos.   Igualmente perecieron el alcalde y su hijo de 14 años y su nieta de 3 años, más tarde a causa de las heridas fallecerían su esposa y la otra hija.
Tras la bola de fuego una onda expansiva de 800 kilómetros por hora se produjo en el interior de la ciudad y penetró hasta 5 kilómetros derribando todas las casas y edificios en las zonas cercanas al epicentro.  Las únicas construcciones que resistieron fueron las de hormigón y las tuberías de agua se rompieron.   Debido a la onda expansiva las personas que estaban en sus casas,  rebotaron como pelotas.   Las que estaban en la calle volaron a decenas de metros del suelo y murieron con el impacto al chocar contra cualquier obstáculo.   El Monte Futaba fue sacudido violentamente por la onda expansiva,   en el cuartel los oficiales fueron sacudidos por el impacto, el oficial al mando sobrevivió, pero centenares de militares japoneses perdieron la vida.
Pedro Arrupe, sacerdote de España, fue el único testigo occidental residente en Hiroshima afectado por la bomba atómica,  sobrevivió.   Pero el colegio católico que había fundado fue destruido al instante muriendo todas las niñas (más de 200) que se encontraban, ninguna sobrevivió.
Mientras tanto en el cielo, los tripulantes del “Enola Gay” creyeron que sufrían fuego antiaéreo, pues la onda expansiva agitó todo el avión.   El artillero de cola del B-29 fue el único que miró al punto cero en el instante de la explosión, sus palabras fueron: “¡Dios mío ¿Qué hemos hecho?!”.    El resto no mostró remordimientos, simplemente se preocuparon en abandonar esos cielos y poner rumbo a Tinian.
Después de que la onda expansiva arrasara la ciudad empezaron a caer gotas negras del tamaño de canicas al evaporarse la bola de fuego con la humedad.   De 11 a 19 kilómetros se produjeron densas lluvias negras con un grado alto de radiactividad.   La gente que se apilaba sedienta junto a los ríos, a veces pasando unos por encima de otros, comenzaron a beber el agua venenosa.
Todavía no había cesado de llover las gotas negras, cuando un fuerte viento apareció de improviso más de 1 500 kilómetros por hora.   El potente huracán generado por la presión arrancó árboles de raíz, provocó inmensas olas en los ríos que ahogaron a personas y levantaron los barcos por los aires que aterrizaron en calles de la ciudad.   Aquel vendaval atómico destruyó otros 2 kilómetros más de Hiroshima.
A 3 kilómetros del epicentro se hallaba el Aeródromo de Hiroshima.   Los aviones explotaron en tierra a causa de la onda y los fuertes vientos.    Una columna de polvo y humo de color rojo anaranjado empezó a ascender sobre Hiroshima. Se trataba de una nube radioactiva que hizo la forma de un perfecto hongo hasta alcanzar los 6.5 kilómetros de altura.
Desde la ciudad de Kure,  sobre las 10:00 de la mañana, un oficial de una base pudo ver a lo lejos algo parecido a un hongo humeante procedente de Hiroshima. Aquello hizo saltar las alarmas en todo Japón, pues nadie podía contactar por la ciudad ni por teléfono ni por radio, era como si hubiese desaparecido de la faz del mundo. Más lejos todavía, en otras partes de Japón e incluso en China, algunas personas pudieron distinguir un haz de luces y una serie de colores en el cielo que pasaron muy rápidamente como si fuesen auroras boreales.
Hongo atómico ascendiendo sobre Hiroshima. Llegó a elevarse a una altura de 6.5 km.

Cuando la impresionante seta se quedó inmóvil en el aire, un piloto japonés sobrevoló Hiroshima.   Atravesó el hongo atómico de punta a punta.   Luego cambió el rumbo y se dirigió a la Isla de Kyushu en busca de ayuda.
Durante dos horas la nube del hongo atómico se quedó en el cielo. La situación en lo que quedaba de la ciudad de Hiroshima era un desastre. La gente caminaba por las calles con los cuerpos negros y quemados como si fueran teas andantes, las gorras de los soldados japoneses se habían pegado al cuero cabelludo de la cabeza y las mujeres tenían el kimono fundido dentro de la piel. Por todas partes había muertos y apenas quedaban edificios en pie.
Todos los civiles todavía con vida en Hiroshima habían perdido a familia o a seres queridos, pero eso no fue un impedimento para ponerse a ayudar en la ciudad a la gente que lo necesitaba y a sacar heridos de los escombros. La férrea voluntad de la cultura japonesa soportó el dolor y admirablemente todos juntos supieron encontrar hasta el último superviviente del subsuelo.

Consecuencias.   Las consecuencias del bombardeo a Hiroshima fueron muchas,  la más grave es que iniciaba la Edad Atómica.
Hasta el día siguiente Japón se enteró de lo que había sucedido.   Noticias en la radio dieron cuenta de que  “Una pequeña formación de B-29 sobrevoló Hiroshima ayer por la mañana, y poco después de las 8:00, lanzaron un pequeño número de bombas. Después de este bombardeo, un considerable número de edificios quedaron reducidos a cenizas y se desarrollaron incendios en varios barrios de la ciudad…”.    Para conocer lo que sucedió realmente, Tokio envió a un general experto en defensa antiaérea y a un físico nuclear.   En cuanto ambos llegaron allí comprendieron que se trataba de una bomba atómica.    Al conocer la noticia, el Emperador Hirohito comenzó a realizar los primeros movimientos políticos para terminar la guerra cuanto antes, pero la tragedia no terminaría ahí.
El 7 de Agosto de 1945, un día después de la bomba de Hiroshima, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón y atacó en Manchuria con una ofensiva llamada “Operación Tormenta de Agosto” que costó al Ejército Imperial Japonés casi 90.000 muertos. El 9 de Agosto otra bomba atómica cayó en Nagasaki matando a otras 70.000 personas. En solamente 78 horas Japón había alcanzado tres desastres humanos. Irremediablemente el Emperador Hirohito comunicó por radio a la nación la capitulación el 14 de Agosto de 1945.


Imágenes de la destrucción de Hiroshima.

Japón en el bombardeo atómico de Hiroshima sufrió la pérdida de 140 379 personas en los mismos momentos de la explosión.   Debido a la radiación mucha gente falleció a lo largo de los meses, llegando la cifra a ascender hasta más de 180 000 muertos y 39 385 heridos, de ellos 9 428 graves y 29 957 leves.
Ciudad de Hiroshima días después de la catástrofe nuclear. Zona Cero.

Arrasada casi completamente resultó la ciudad de Hiroshima. Hubo un total de 70 000 edificios o viviendas destruidas, construcciones de las cuales 20 000 fueron pulverizadas hasta los cimientos y otras 50 000 "derretidas" por la onda calorífica. Únicamente un edificio en el epicentro sobrevivió, el cual pasaría a la Historia como un monumento de la paz llamado Cúpula de la Bomba Atómica.
Estados Unidos tuvo también sus pérdidas en el bombardeo.   El buque que transportó la bomba fue hundido,  el USS Indianápolis con 600 muertos, 300 de ellos fueron devorados por tiburones. Perecieron además numerosos soldados estadounidenses prisioneros en las celdas del Castillo de la Carpa arrasado por la bomba.

Hiroshima fue un ejemplo de que en una guerra nadie es el bueno ni el malo, sino el que dispara. Los Aliados acusaron durante años a Alemania y al Japón de ser naciones genocidas por asesinar experimentando con seres humanos.   Pero el 6 de Agosto de 1945 los Estados Unidos se sumaron a esa lista, aunque en este caso para poner fin al conflicto.
Oficialmente el 2 de Septiembre de 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial.   La “Little Boy” sobre Hiroshima fue sin duda quién puso punto final a esta contienda.
 
Memorial japonés.


Las guerras son el ejemplo palpable de que la incomunicación y la incomprensión entre países originan la confrontación entre los mismos,   las causas pueden ser tan diversas y tan absurdas como se quiera.   El resultado es que habitualmente quienes sufren sus consecuencias nada tienen que ver en los motivos del conflicto o con los que deciden e inician las guerras.
Las consecuencias de la guerra son tan crueles y difíciles que al terminar una,   no sólo los involucrados sino el resto de las naciones concuerdan en que no debe repetirse ni la guerra misma ni las condiciones que la generaron,   sin embargo los intereses,  la ambición,  la estupidez,  llevan a que se generen otras guerras:   locales o regionales.  Pero en todos los casos,   no hay,   porque no puede haber,  un ganador;   en este caso todos,   Todos,  perdemos.  
Solamente los que tienen intereses económicos pueden argumentar utilidades derivadas de los conflictos que van desde los suministros básicos (ropa, alimentos, enseres),  municiones y armamento,  equipos bélicos hasta los que se benefician de los recursos de que se adueñaron o se adueñarán.
Ejemplos hay muchos,   después de la II Guerra Mundial se dio la Guerra de Corea,   después la de Viet Nam.   Poco después el horror del Khmer Rouge en Camboya.   Después guerras “menores” o localizadas,   incluso hubo una muy cerca de México entre El Salvador y Honduras (el detonador  fue un partido de fútbol)   Estúpido,  no?    Después el horror de la antigua Yugoslavia que se fragmentó en las pequeñas naciones como Bosnia, Serbia, Montenegro,  Macedonia y las razones absurdas de la religión y la soberanía!   Los intereses se evidenciaron cuando nadie acudió en apoyo a los bosnios quienes fueron masacrados por sus vecinos,  con hechos increíbles por la deshumanidad con que actuaron;  las “limpiezas étnicas”,  y todo lo demás.   Las guerras contra Irak,   que sólo buscaban controlar el mercado petrolero,   saquear las riquezas iraquíes y la destrucción de los tesoros históricos,  evidencias del origen de la humanidad.   Otra evidencia,  la actividad de los talibanes y el estado islámico.   Actualmente la de Siria y seguramente hay otros conflictos que no son tan “mediáticos” o relevantes o que interesen a los norteamericanos y no nos enteramos,   pero existen y afectan la vida de muchas personas.
Entre las situaciones que se consideraban como causantes de estos “desencuentros” que pueden causar los conflictos estan la ignorancia,  la incultura y la incomunicación.   Pero hoy en día,   se cuenta con una disponibilidad de información,   que es excesiva,  abundante,  inmanejable y no se aprovecha ni dos o tres libros, informes, resúmenes;   no se valoran,   no se aprecian, no se aprovechan.   Creo que ahora hay más incultura que en los años 60 (mis años infantiles),   La comunicación es algo que ni siquiera es tema de discusión con la internet y todos sus parientes,   desafortunadamente se desperdicia absurdamente y no se usa para lo que debiera y lo necio es que hoy hay más desconocimiento de “los otros” que en el pasado.
Parece que debemos aprender a vivir con estas situaciones y, lo peor, verlas como “normales”,   con el agregado de que ni siquiera podemos identificar, por ejemplo, en dónde está Siria o Nigeria o Etiopía;   por lo que las victimas serán invisibles para nosotros.
Espero que nunca se pregunten las personas:  ¿México?   ¿Hay un país que se llame así?   ¿En África?


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