Muerte de Maximiliano.
Fusilamiento de Maximiliano,
Miramón y Mejía.
19 de Junio de 1867
A las siete y cinco minutos de la mañana del 19 de
junio de 1867, son ejecutados los reos Fernando Maximiliano de
Austria, llamado Emperador de México, y sus generales Tomás Mejía y Miguel
Miramón, en el Cerro de las Campanas, Querétaro, por el escuadrón de ejecución,
al mando del general Jesús Díaz de León.
Fueron juzgados conforme a la Ley del 23 de enero
de 1862, por delitos contra la Nación, el orden y la paz pública, el derecho de
gentes y las garantías individuales; y el día 14 anterior, condenados con
arreglo a ella, a la pena capital señalada para los delitos referidos. La
ejecución se había ordenado para la tarde del día 16 de junio, pero con el fin
de que los sentenciados tuvieran el tiempo necesario para el arreglo de sus
asuntos, el Presidente de la República determinó que se verificara en la mañana
del miércoles 19 del mes corriente.
Ayer, Maximiliano escribió al Papa Pío IX, “al
partir para el patíbulo a sufrir una muerte no merecida”, para suplicarle el
perdón “por las faltas que pueda haber tenido para con el Vicario de Jesucristo
y por todo aquello en que haya sido lastimado su paternal corazón”... y
rogarle “no ser olvidado en sus cristianas y fervorosas oraciones y, si
fuere posible, aplicar una misa por mi pobrecita alma". El Papa molesto por la confirmación de algunas
leyes, por Maximiliano, emitidas por el
Presidente Juárez, solamente escuchó a
Carlota unos minutos pero no accedió a pedir clemencia para Maximiliano.
Hoy mismo, día de su muerte, Maximiliano escribe al
presidente Juárez la siguiente carta:
Sr. don Benito Juárez.
Próximo a recibir la muerte, a consecuencia de
haber querido hacer la prueba de si nuevas instituciones políticas lograban
poner término a la sangrienta guerra civil que ha destrozado desde hace tantos
años este desgraciado país, perderé con gusto mi vida, si su sacrificio puede
contribuir a la paz y prosperidad de mi nueva Patria.
Íntimamente persuadido de que nada sólido puede
fundarse sobre un terreno empapado de sangre y agitado por violentas
conmociones, yo conjuro a usted, de la manera más solemne y con la sinceridad
propia de los momentos en que me hallo, para que mi sangre sea la última que se
derrame y para que la misma perseverancia, que me complacía en reconocer y
estimar en medio de la prosperidad, con que ha defendido usted la causa que
acaba de triunfar, la consagre a la más noble tarea de reconciliar los ánimos y
de fundar, de una manera estable y duradera, la paz y tranquilidad de este país
infortunado”
Desde que se dio a conocer la condena, sus
defensores Mariano Riva Palacio y Rafael Martínez de la Torre, se dirigieron al
presidente Juárez para manifestarle que aunque consideraban la pena merecida,
ésta, “moralmente, ha sido satisfecha ya por la sentencia pronunciada, y su
ejecución es innecesaria e inconveniente. El término del Imperio es definitivo,
porque es segura la existencia de la República. Los hombres de todos los
partidos verán, en el indulto de Maximiliano, un acto de alta política que pide
la clemencia y apoya el pensamiento de la paz”.
También el embajador de Prusia, solicitó a Juárez
que se “conserve la vida a este Príncipe, digno de lástima” y señaló que
“la historia eleva tanto más a las Naciones, cuanto son más nobles y
generosos los actos que ejerce; y el mayor de todos es compadecerse del vencido”
Los defensores de Maximiliano insistieron en
solicitar el indulto. El gobierno les contestó, lo mismo que a quienes habían
hecho peticiones similares: “el ciudadano Presidente de la República se ha
servido acordar que no puede accederse a ellas, por oponerse a este acto de
clemencia las más graves consideraciones de justicia y de necesidad de asegurar
la paz de la Nación”.
En el Cerro de las Campanas, un agrupamiento
militar formó el cuadro de ejecución, dejando un lado abierto. Por ese lado
llegaron los tres carruajes. Del primero bajó el Emperador Maximiliano
acompañado de dos sacerdotes, del segundo Miramón y del tercero Mejía. El
Emperador Maximiliano con saco negro, pantalón y chaleco del mismo color con la
cabeza en alto saludo a la gente en su alrededor. Yo estuve a un par de pasos
del lugar de la ejecución y mis tres compañeros de viaje se colocaron en la
parte lateral de cerro.
Maximiliano dirigiéndose a los Generales les dijo: Vámonos Señores.
Entraron al cuadro que formaban los soldados y el Emperador se acercó a sus dos compañeros de prisión dándoles un abrazo así como a los dos sacerdotes, después se dirigió a los soldados escogidos para la ejecución y les entrego una moneda de oro de 20 pesos y dirigiéndose a todos con voz firme dijo:
"Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Deseo que mi sangre sea la última que se derrame en este desgraciado país. Muero inocente y perdono a todos".
Maximiliano dirigiéndose a los Generales les dijo: Vámonos Señores.
Entraron al cuadro que formaban los soldados y el Emperador se acercó a sus dos compañeros de prisión dándoles un abrazo así como a los dos sacerdotes, después se dirigió a los soldados escogidos para la ejecución y les entrego una moneda de oro de 20 pesos y dirigiéndose a todos con voz firme dijo:
"Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Deseo que mi sangre sea la última que se derrame en este desgraciado país. Muero inocente y perdono a todos".
Después de él habló Miramón con valentía y
vehemencia dijo:
"Espero que la historia reconozca que no soy traidor de la patria y me quiten este baldón para que mis hijos no carguen con él".
Acto seguido, fueron llevados al paredón los tres prisioneros y Maximiliano pidió al Gral. Miramón que ocupara el centro y Mejía la derecha y él a la izquierda. Luego separo su barba, descubrió el pecho. En este momento el encargado de dirigir la ejecución bajo su espada y el Emperador Maximiliano, Miramón y Mejía cayeron al suelo al mismo tiempo; el Emperador Maximiliano no murió inmediatamente y según dicen pronunció unas palabras (hombre hombre). Por eso el oficial le dio tres tiros de gracia.
"Espero que la historia reconozca que no soy traidor de la patria y me quiten este baldón para que mis hijos no carguen con él".
Acto seguido, fueron llevados al paredón los tres prisioneros y Maximiliano pidió al Gral. Miramón que ocupara el centro y Mejía la derecha y él a la izquierda. Luego separo su barba, descubrió el pecho. En este momento el encargado de dirigir la ejecución bajo su espada y el Emperador Maximiliano, Miramón y Mejía cayeron al suelo al mismo tiempo; el Emperador Maximiliano no murió inmediatamente y según dicen pronunció unas palabras (hombre hombre). Por eso el oficial le dio tres tiros de gracia.
Ya habiendo sido ejecutado, se difundió que
Garibaldi y Víctor Hugo solicitaron el perdón para Maximiliano y que Francisco
José, en su afán de salvar a su hermano, ofreció restablecerlo en sus derechos
de sucesión como Archiduque de Austria, así lo comunicó al Gobierno de Estados
Unidos y le pidió que lo hiciera saber al Gobierno mexicano.
Para Brian Hammett (Historia de México): “La
ejecución quiso ser un vigoroso disuasivo para las monarquías europeas que
pretendieran intervenir en los asuntos de las repúblicas americanas. El
simbolismo de un Habsburgo austriaco, descendiente del emperador Carlos V,
fusilado en un cerro del centro de México por un escuadrón de oscuros soldados
mestizos no se le escapó a nadie. Un hecho menos conocido fue que el nombre en
código de Juárez en la organización masónica, en la que entró en enero de 1847
en la ciudad de México mientras era diputado por Oaxaca en el Congreso Nacional
durante la guerra con los Estados Unidos, era Guillermo Tell. Los republicanos
mexicanos representaron la derrota del imperio como una reivindicación de la
independencia nacional arrebatada a España en 1821. Representaba la
supervivencia de México (en su forma territorial posterior a 1853) como estado
soberano y al mismo tiempo enviaba una vigorosa señal a los Estados Unidos para
que no intentaran más desmembramientos del territorio nacional”.
Maximiliano había expresado el deseo de que su cadáver fuera llevado a Europa. Al efecto pidió dinero para ser embalsamado y transportado; quiso que su cuerpo fuera entregado al Barón de Magnus y al Dr. Basch para ser conducido a Veracruz sin ninguna pompa y ceremonia extraordinaria a bordo. “He esperado la muerte con calma y quiero, igualmente, gozar de calma en el féretro... Quiero que se me entierre al lado de mi pobre esposa. Si no tuviere fundamento la noticia de la muerte de mi pobre mujer, deberá depositarse mi cuerpo en un sitio cualquiera, hasta que la Emperatriz se reúna conmigo por la muerte”.
El Presidente de la República giró sus órdenes para
que a Maximiliano se le practicara la autopsia y después fuera embalsamado.
En el cadáver se encontraron 6 heridas penetrantes
por bala. Dos en la región cardiaca, el tercero a la izquierda del esternón,
dos más en la región hepática y el sexto debajo de la región umbilical. En la
espalda solamente se encontraron cinco heridas de bala por lo que se suponía
que la bala todavía estaba alojada en el cuerpo. Al abrir el tórax
efectivamente se encontró una bala incrustada en la columna vertebral.
Durante el procedimiento, un oficial y su ayudante llegaron con órdenes del Gral. Escobedo de llevarse la ropa que llevaba en la mañana el Emperador.
Maximiliano envió todos sus efectos personales, durante su cautiverio en Querétaro, a diferentes miembros de su familia. Lo único que quedo en su habitación era la cama de "fierro' donde dormía.
Sus restos fueron llevados al Hospital de San Andrés, en la ciudad de México; para luego ser embarcados en Veracruz en el buque Novara y posteriormente inhumados en el sepulcro
Maximiliano no aceptó a tiempo la sugerencia de
abdicar que le hizo Napoleón III, quien por los Convenios de Miramar, se había
comprometido a apoyarlo; tampoco tuvieron éxito las gestiones de Carlota Amalia
en el Vaticano y en París en busca de apoyo; también fracasó el manifiesto en
el que expresaba su intención de convocar a un Congreso y acabar el gobierno
absoluto. Atrás quedó su esfuerzo por ganar el apoyo popular aprendiendo español,
estudiando la historia de México e intentando una política liberal. Nada borró
la intervención extranjera, el absolutismo y la condena a muerte, sin juicio
previo, de todos los liberales que fueran capturados. Sitiado durante setenta y
dos días, había sido aprehendido, juzgado y sentenciado a muerte. Juárez le
había negado el indulto para proclamar ante el mundo, especialmente a las
potencias extranjeras, la voluntad de los mexicanos de constituir una nación
soberana, libre e independiente. Por eso se le atribuye la frase: “No mato
al hombre, mato a la idea” (de dominar a México).
De que la muerte de Maximiliano era necesaria para
garantizar el futuro de México, ningún mexicano lo creía, ya que sabían, que si
él regresaba a Europa nunca más se hubiera inmiscuido con problemas de México.
Suponiendo que Maximiliano hubiera regresado a Europa, lo hubieran considerado
como un " Emperador aventurero y fracasado" por querer conservar su
inmerecida corona y condenado a vivir con su desquiciada esposa y vivir enterrado
en vida, en su castillo de Miramar.
En cambio con su muerte en el Cerro de las Campanas, un Habsburgo, que aunque fracasó en su intento, murió luchando por su causa.
Maximiliano, realmente tomó en serio la defensa de su corona después que lo abandonaron en su " aventura tanto Napoleón Tercero y como su propia familia". Como el dicho Francés "Tengo firme la corona pegada a mi cabeza y tendrán que decapitarme con ella puesta, quienes me la quieran quitar".
En cambio con su muerte en el Cerro de las Campanas, un Habsburgo, que aunque fracasó en su intento, murió luchando por su causa.
Maximiliano, realmente tomó en serio la defensa de su corona después que lo abandonaron en su " aventura tanto Napoleón Tercero y como su propia familia". Como el dicho Francés "Tengo firme la corona pegada a mi cabeza y tendrán que decapitarme con ella puesta, quienes me la quieran quitar".
México tenía que demostrar que es fuerte y valiente
y que no tiene temor ante las amenazas conquistadoras de los Europeos quienes
no deben imponer su voluntad ni en la conducta ni en el destino del país. Como
lo afirma el historiador y biógrafo del Presidente Benito Juárez G. Baz:
"El indulto generoso hubiera significado más bien miedo ante la
intromisión de una persona no mexicana, sin ningún nexo sanguíneo o histórico
con México, e impuesto por la voluntad de la realeza europea. Eso nunca!!!
El envío del cadáver de Maximiliano, por México a su país de origen, es una advertencia para todas las naciones (sobre todo de Europa), dando a entender que ningún gobierno de este continente tiene derecho a inmiscuirse en México. Al mismo tiempo demuestra solidaridad de alguna manera con la Doctrina Monroe y gana la simpatía de los vecinos del norte.
Durante la estadía de Maximiliano en México, había "estado de guerra" ("Ley Marcial Draconiana") por lo que se cumplió la ley.
El envío del cadáver de Maximiliano, por México a su país de origen, es una advertencia para todas las naciones (sobre todo de Europa), dando a entender que ningún gobierno de este continente tiene derecho a inmiscuirse en México. Al mismo tiempo demuestra solidaridad de alguna manera con la Doctrina Monroe y gana la simpatía de los vecinos del norte.
Durante la estadía de Maximiliano en México, había "estado de guerra" ("Ley Marcial Draconiana") por lo que se cumplió la ley.
¿Qué se decía en México después de la ejecución? Respetan la memoria de Maximiliano. Sigue el Gobierno
encabezado por Benito Juárez con el pleno apoyo del Partido Liberal; la prensa
trata de no mencionar los acontecimientos de Querétaro; la prensa independiente
(no solo la clerical) no afirman que Maximiliano era injusto ni que no tuvo en
su mente el bien de México. No había
razón en el argumento, de que si no hubieran condenado a muerte a Maximiliano,
hubieran tenido que dejar libres a Miramón y Mejía creando la posibilidad de
una nueva asonada; no le recriminan
actos injustos o crueles y creen que creía en la Independencia de México:
De lo que sí lo acusan, que llegó a México con el apoyo de una nación extranjera europea: Francia.
Cada 19 de junio mucha gente iba a las iglesias a rezar por su eterno descanso, en el Siglo XIX.
En el sitio de su muerte siempre hay una cruz y si esta se rompe, siempre se repone.
El Cerro de las Campanas se considera un lugar histórico.
De lo que sí lo acusan, que llegó a México con el apoyo de una nación extranjera europea: Francia.
Cada 19 de junio mucha gente iba a las iglesias a rezar por su eterno descanso, en el Siglo XIX.
En el sitio de su muerte siempre hay una cruz y si esta se rompe, siempre se repone.
El Cerro de las Campanas se considera un lugar histórico.
COMENTARIOS
Considero que a Maximiliano le tocó la mala
fortuna de una “confabulación” múltiple o de una mala alineación planetaria (¡?):
su situación personal por la línea de sucesión al trono del Imperio
Austrohúngaro: sería el tercero con
nulas expectativas de acceder al trono;
la presión de Carlota (su esposa) de buscar un desarrollo propio –en Austria
o en otro lado-; una formación más bien
liberal que de monarquía absolutista; su
carácter débil y voluble y la oferta falseada de los conservadores mexicanos
que le formularon una propuesta que No podía rechazar (Don Corleone dixit).
Así cuando llega a México, se enamora del país físico, los conservadores esperan que empiece a
actuar con acciones imperiales pero Maximiliano empieza a descubrir la esencia
de México en todos los aspectos y comienza a entender que no llegaba a una
nación de emplumados y con taparrabos y que teníamos muchos, muchos problemas.
Sin embargo los promotores de su Imperio no
le iban a dar oportunidad de que aplicara lo que su conciencia y entendimiento
le dictaban. Eso fue el inicio de su
fin. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía, fue demasiado tarde y la sentencia (de
muerte) se cumplió.
En el plano de los supositorios
(suposiciones, pues) pregunto que hubiera pasado si Juárez hubiera aceptado la
propuesta de nombrar a Maximiliano su Jefe de Gabinete o Primer Ministro y
atrajera inversiones y participación, prácticamente, de toda Europa a fin de
industrializar y contar con liquidez y recursos para el desarrollo del
país; que precio se hubiera pagado por
la injerencia de Francia y Napoleón III;
cual hubiera sido la reacción de los EUA contra México (fortalecido por
Europa); cómo se hubiera desarrollado
México con los avances europeos en todos los campos de la industria, la
economía, la ciencia, la educación;
hubiéramos sido proveedores de materias primas para los europeos. Esto es algo que nunca sabremos, porque no pasó. Sin embargo es agradable pensar que pudimos
ser una cuasi potencia que pudo enfrentar a los gringos y que en esa condición el
crecimiento –en todos sentidos- nos hubiera permitido desarrollarnos en igualdad
de circunstancias y sin que nos sometieran de cualquier modo como sucedió y
sucede.
La cuestión de Maximiliano fue una tragedia
absoluta y, desafortunadamente para él, no tuvo ninguna elección o posibilidad
de triunfar.
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