Halcones. Jueves de Corpus
En 1966 el coronel Manuel Díaz Escobar fue enviado por el
entonces secretario de gobernación Luis Echeverría, al Departamento del
Distrito Federal para crear el grupo paramilitar "Los Halcones",
financiado por el gobierno y encabezado por el regente capitalino, Alfonso
Martínez Domínguez. Su labor era reprimir cualquier manifestación de todo
movimiento que criticara al gobierno.
La modificación de la ley orgánica de la Universidad
Autónoma de Nuevo León (UANL) a finales de 1970, en la que se propuso una mayor
participación de los estudiantes y maestros para elegir al rector, provocó un
desacuerdo del gobierno y obligó a que se aprobara una nueva ley en la que se
eliminaba la autonomía.
Esta situación y la disminución del presupuesto a la
Universidad generó un descontento ente la comunidad universitaria e iniciaron
una huelga- La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto
Politécnico Nacional (IPN) se sumaron a esta manifestación y convocaron a una
marcha masiva en apoyo a la Autónoma de Nuevo León el jueves 10 de junio de
1971.
Desde sus primeros días de gobierno, el presidente Luis
Echeverría Álvarez anunció reformas de apertura democrática en el país. Inmediatamente
permitió el regreso de algunos líderes del movimiento estudiantil de 1968
exiliados en Chile y la excarcelación de muchos otros presos desde hacía dos
años (En abril de 1971 la prensa habló de próximas reformas educativas y pronto
resurgieron en el ámbito político personajes como José Revueltas y Heberto
Castillo, encarcelados dos años y medio atrás). Los estudiantes estaban
entusiasmados y creyeron que habría oportunidades para regresar a las calles a
manifestarse en contra del gobierno. El conflicto en la Universidad Autónoma de
Nuevo León les dio una razón más para hacerlo: A finales de 1970 profesores y
estudiantes de la universidad presentaron una ley orgánica que proponía un
gobierno paritario y en marzo de 1971 llegó Héctor Ulises a la rectoría bajo
esta nueva ley. El gobierno estatal, en desacuerdo, redujo drásticamente el
presupuesto, lo que disgustó a los universitarios, y obligó al Consejo
Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley que prácticamente suprimía la
autonomía de la institución. Los universitarios comenzaron una huelga y se
pidió solidaridad a las demás universidades del país. La Universidad Nacional
Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional inmediatamente
respondieron y los estudiantes convocaron a una manifestación masiva en apoyo a
Nuevo León el día 10 de junio.
La marcha que comenzó en el Casco de Santo Tomás, seguiría por la calzada México-Tacuba hasta al Zócalo capitalino, pero el cuerpo de granaderos de la policía impidió el paso, mientras desplegaron al grupo de Los Halcones.
La marcha que comenzó en el Casco de Santo Tomás, seguiría por la calzada México-Tacuba hasta al Zócalo capitalino, pero el cuerpo de granaderos de la policía impidió el paso, mientras desplegaron al grupo de Los Halcones.
Mientras los jóvenes se encontraban en las inmediaciones de
la estación del metro Normal estalló una granada y después aparecieron grupos
armados, tanques antimotines, camiones de bomberos y patrullas, produciéndose
un enfrentamiento, el cual duró aproximadamente dos horas.
“Los halcones”
atacaron brutalmente a los estudiantes, que intentaron inútilmente esconderse
de los jóvenes armados. La policía no intervino porque no tenía órdenes de
hacerlo y permaneció como espectadora permitiendo la masacre. El número de
muertos fue sin duda superior a 30.
El terrible saldo de la manifestación desanimó a muchos estudiantes, pero también propició que se radicalizaran otros más, quienes más tarde formarían parte de las organizaciones guerrilleras urbanas. Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades democráticas reales.
El terrible saldo de la manifestación desanimó a muchos estudiantes, pero también propició que se radicalizaran otros más, quienes más tarde formarían parte de las organizaciones guerrilleras urbanas. Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades democráticas reales.
El presidente, Luis Echeverría Álvarez, se desligó de los
hechos; pero nunca aclaró la situación que fue siempre negada oficialmente. De
los hechos sangrientos nunca nadie se responsabilizó y mucho menos fue llevado
ante la justicia.
Esa misma noche, elementos del ejército resguardaron el
Palacio Nacional y el entonces presidente Luis Echeverría anunció una
investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían a los culpables.
Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad, y Julio
Sánchez Vargas, procurador general, negaron que hubiera Halcones y los jefes
policíacos culparon a los estudiantes de haber creado grupos extremistas dentro
de su propio movimiento, quienes finalmente habrían atacado a sus compañeros.
La ahora inexistente, Fiscalía Especial para Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado (Femossp), abrió una investigación contra el ex
presidente Luis Echeverría por el delito de genocidio. Sin embargo, la justicia
desestimó el cargo y eximió al ex mandatario, funcionarios y jefes militares
implicados en la causa.
Días después de la matanza, el coronel Manuel Díaz Escobar,
entonces subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal,
compareció ante la PGR declaró que "como cualquier ciudadano, por medio de
la prensa supo de la existencia de personas a quienes la imaginación popular
los ha denominado halcones, pero en caso de existir, no tenían nada que ver con
la oficina a su cargo".
El 22 de junio, el entonces procurador general de la
República Julio Sánchez Vargas ofreció una conferencia de prensa en la que
afirmó: “del Departamento del Distrito Federal, las pruebas que he recogido,
las declaraciones que me han sido aportadas, el 30 de noviembre del año pasado
(1971), dejó de prestar sus servicios en el departamento el personal eventual
que se encargaba de la vigilancia de edificios e instalaciones en el DDF. No
tengo ningún elemento de prueba de que posteriormente a esa fecha, oficialmente
ese grupo haya prestado servicios en el Departamento y después del 10 de junio
el grupo o grupos a que hace mención (halcones) han desaparecido, o cuando
menos han dejado de actuar”.
Tenía razón Sánchez Vargas, al paso de los días y de manera concreta el 14 de enero de 1972, la Dirección Federal de Seguridad tomó declaración a un halcón, quien narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, todos ellos ex militares y específicamente ex integrantes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, grupo de donde surgió el general José Hernández Toledo, mando militar el 2 de octubre en Tlatelolco, y también Manuel Díaz Escobar, El Zorro Plateado o El Maestro.
Asimismo, que los “pilares” de los halcones eran militares provenientes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, como Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz. Todos se convirtieron en instructores del grupo y posteriormente en delincuentes, que al no tener ingresos comenzaron a robar, ya que su último pago lo recibieron el 11 de junio, día en que su jefe les ordenó desmantelar todos los campos de entrenamiento y desaparecer del Distrito Federal.
Varios de los halcones, como algunos de los mencionados anteriormente, fueron detenidos tras robar algún banco o comercio, y relataron, entre 1972 y 1975, su participación en el grupo, en la matanza del 10 de junio y cómo las órdenes provenían desde los más altos mandos del Departamento del Distrito Federal por conducto de Díaz Escobar, y que éste había llegado a ese cargo por orden de Luis Echeverría, desde que fungía como secretario de Gobernación.
Pero en 1972, uno de los integrantes de los "Halcones" narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón.
Tenía razón Sánchez Vargas, al paso de los días y de manera concreta el 14 de enero de 1972, la Dirección Federal de Seguridad tomó declaración a un halcón, quien narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, todos ellos ex militares y específicamente ex integrantes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, grupo de donde surgió el general José Hernández Toledo, mando militar el 2 de octubre en Tlatelolco, y también Manuel Díaz Escobar, El Zorro Plateado o El Maestro.
Asimismo, que los “pilares” de los halcones eran militares provenientes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, como Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz. Todos se convirtieron en instructores del grupo y posteriormente en delincuentes, que al no tener ingresos comenzaron a robar, ya que su último pago lo recibieron el 11 de junio, día en que su jefe les ordenó desmantelar todos los campos de entrenamiento y desaparecer del Distrito Federal.
Varios de los halcones, como algunos de los mencionados anteriormente, fueron detenidos tras robar algún banco o comercio, y relataron, entre 1972 y 1975, su participación en el grupo, en la matanza del 10 de junio y cómo las órdenes provenían desde los más altos mandos del Departamento del Distrito Federal por conducto de Díaz Escobar, y que éste había llegado a ese cargo por orden de Luis Echeverría, desde que fungía como secretario de Gobernación.
Pero en 1972, uno de los integrantes de los "Halcones" narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón.
El hoy general en retiro Manuel Díaz Escobar cobró salarios
hasta febrero de 1973 en el Departamento del Distrito Federal. El día 15 de ese
mes fue enviado como agregado militar a Chile.
El juicio relativo al Jueves de Corpus concluyó formalmente el 26 de julio de 2005, luego que la magistrada del quinto tribunal unitario con sede en la ciudad de México, Antonia Herlinda Velasco Villavicencio, negara las órdenes de aprehensión solicitadas en contra del ex presidente Luis Echeverría y el ex secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, por el delito de genocidio. En julio de 2005 se cerró la investigación relacionada al jueves de corpus, exculpando al ex presidente Luis Echeverría y a quien fuera secretario de gobernación Mario Moya Palencia.
Sin embargo, desde 1985, según esta magistrada, habían
prescrito los delitos que en su consideración se cometieron: homicidios y
lesiones.
COMENTARIOS
Viví
tangencialmente este hecho, cursaba ya
el 4º año de la licenciatura y el 68 estaba cercano, mi perspectiva empezaba a cambiar. El jueves de la manifestación fui a la
escuela (Nacional de Ciencias Biológicas) por un laboratorio, terminé cerca de las 4 de la tarde, con otros compañeros vimos todos los
preparativos y pensamos que todo les salga como necesitan.
Dado
el termino de las tareas que teníamos acordamos ir al cine al centro por lo que
fuimos al metro, ya en el trayecto vimos
que la estación Normal estaba cerrada –no paró- y jóvenes y policías; golpes y patadas sin respuesta. Afuera la situación eran balas, bastonazos de kendo y demás artículos de uso
de golpeadores.
Al
día siguiente, creo que sólo Excélsior –el
de Scherer- hizo una valoración de los hechos,
los demás creo recordar mencionaron confrontación entre grupos rivales y
basura de ese tipo. Echeverría declaró
que en 40 días habría resultados. Salvo
personas serias que hicieron su trabajo:
antecedentes, génesis, evolución
y presentación de los halcones; causas
de su origen; motivos para soltarlos
como perros de presa; consecuencias
políticas, económicas y sociales de la masacre y más. El gobierno de LEA se olvidó o no quiso
reconocer su culpabilidad y responsabilidad y lo mejor, siguió en su impunidad y todo lo que nos
robó y en su vida imperial.
Creo
que este fue el inicio de una parte de la vida de México, negra, triste, gris, mediocre, maldita en que
nos sumieron en un pozo negro, profundo y nauseabundo, en mi caso apenas recuperé un poco del
futuro que preví al terminar la escuela.
Siguió
el de las patillas, otro afectado de
antimexicanismo que siguió la tarea de acabar con México, entre otros su economía, con el agravante del descubrimiento de
yacimientos enormes de petróleo.
Entró el rey de las princesas,
buscando corregir la situación,
pero volvimos a caer. La
historia continuó.
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