Muerte de Moctezuma Xocoyotzin

 Moctezuma Xocoyotzin 1467 – 1520.


Fue el octavo hijo de Axayácatl, noveno emperador tenochca muerto en 1481, y sobrino de Ahuízotl. Su nombre, Moctezuma, significa “señor que se muestra enojado” o “el encolerizado”, en clara alusión al sol cuando es cubierto por las nubes; Xocoyotzin quiere decir “el más joven”, debido a que con anterioridad dos personajes habían llevado ese nombre: Moctezuma, uno de los caudillos que habían participado en la invasión del lago, y Moctezuma Ilhuicamina, “el que flecha el cielo”, quien había sido rey de los tenochcas algunas décadas atrás.
Fue educado en el Calmecac, escuela reservada para los hijos de la nobleza mexica; era agresivo, y adquirió grandes conocimientos de la religión tenochca por lo que a edad adulta llegó a ostentar al mismo tiempo el doble título de Tlacochcalcatl, alto rango militar, con el de Teotecuhtli, sumo sacerdote.

Según varias descripciones, Moctezuma era de tez oscura y estatura mediana, de cabello ondulado y nariz aguileña, de cuerpo bien proporcionado y delgado, de cabeza grande y con las ventanas de la nariz ligeramente aplastadas. Respecto a su carácter, Francisco Aguilar refiere que “era astuto, sagaz y prudente, sabio, experto, áspero en el hablar, muy determinado”; además, también era cortés y elocuente.

Al morir Ahuízotl en 1502, Moctezuma fue elegido rey por unos treinta señores, además de los reyes de Texcoco y de Tacuba. Desde ahí hizo una reorganización administrativa del imperio, en el que incluyó a muchos jóvenes como funcionarios, y reservó los principales cargos para la nobleza tenochca. Fue duro y despótico, lo que le permitió ampliar la zona de dominio militar y político y la influencia comercial del imperio, al que llevó al auge. Así, logró conquistar el Soconusco; someter a diversas ciudades que se encontraban en la región costera de lo que ahora es Veracruz; y reconstruir Tenochtitlán tras las inundaciones generadas bajo el reinado de Ahuízotl. También el arte mexica vivió una época de esplendor durante su reinado. Asimismo, construyó un templo en honor de los dioses de otras ciudades, además de que estableció la obligatoriedad de cultivar la tierra.

Se piensa que Moctezuma vivió su reinado sabiendo de la existencia de los españoles y de la amenaza de su gran superioridad tecnológica militar. Se supone que tuvo noticia de ellos desde que en uno de los viajes de Colón al continente, una embarcación indígena hizo contacto con los exploradores. Asimismo, parece ser que una espada encontrada en un baúl entre los despojos de un naufragio español, pudo llegar a las manos de Moctezuma, quien así advirtió que su imperio podría estar por finalizar, lo cual dio una base objetiva a los augurios y mitos acerca del porvenir azteca.

A la llegada de los españoles existían civilizaciones complejas y refinadas, pero a pesar de la pluralidad de ciudades y culturas, y de las rencillas que las dividían, había cierta homogeneidad en sus rasgos fundamentales: agricultura del maíz, calendario ritual, juego de pelota, sacrificios humanos, mitos solares. Todas las sociedades mesoamericanas eran sumamente religiosas y el imperio Azteca era un estado teocrático-militar.

Moctezuma había mostrado valentía durante sus conquistas militares, pero también había sido supremo sacerdote, y como tal tenía una poderosa influencia religiosa; era muy supersticioso. Por esto es que empezó a inquietarse cuando comenzó a recibir información en 1518, de lo que ocurría en el  golfo, de los hombres blancos que llegaban en canoas grandes como casas. Moctezuma interpretó diversos hechos como presagios de que Quetzalcóatl regresaba a tomar posesión de su reino. Otras veces lo leyó como el fin del imperio mexica, lo que le aseguraron varios brujos, a los que les costó la vida.

Existiera o no el mito del regreso de Quetzalcóatl, que algunos historiadores ponen en duda, lo cierto es que para el rey tenochca la llegada de Cortés significaba el cumplimiento de los negros augurios. Por eso ordenó que se hicieran hechizos para ahuyentarlos, y al resultar inútiles,  envió a embajadores a entrevistarse con el conquistador español para entregarle diversos y ricos obsequios y a conminarlo a no adentrarse hacia México Tenochtitlan. Sin embargo, provocó el efecto contrario, pues Cortés, al ver la riqueza del imperio azteca, decidió avanzar, logrando que en su trayecto se le unieran varios pueblos sojuzgados por los mexicas, para los cuales la llegada de los peninsulares era una liberación.
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Eso terminó por convencer a Moctezuma que Cortés era una temible amenaza para su imperio, si no es que un verdadero enviado de Quetzalcóatl.

A continuación ordenó que todos los nobles aztecas rindieran pública pleitesía a Cortés, quien a su vez trató de convertirlos a su religión. Siempre dudando de la verdadera identidad de Cortés, Moctezuma trató de convencerlo de que no valía la pena conquistar Tenochtitlan,  ya que no poseía tesoros ni grandeza y para demostrar su humildad se desnudó públicamente:
“Sé que os han dicho que yo tenía las casas con paredes de oro, y que las esteras de mis estrados y otras cosas de mi servicio eran asimismo de oro, y que yo que era y me hacía dios. Las casas ya las veis  que son de piedra, cal y arena... A mí vedme aquí que soy de carne y hueso como vos y como cada uno, y que soy mortal y palpable.”

Al mostrarse así también ante los suyos, que lo tenían por una deidad, sus propios súbditos comenzaron a perderle el respeto que hasta entonces le habían tenido y a indignarse ante tanta vejación a la que Moctezuma se sometía mansamente, al grado de permitir que se levantara una cruz sobre el Templo Mayor.

Después de algunos días durante los cuales los españoles pasearon admirados por la magnífica capital de los aztecas, un cacique  de la costa del después golfo de México, envió a Moctezuma la cabeza de un español, lo que constituyó una irrefutable evidencia de que los peninsulares no eran semidioses (“teules”). Ante el grave peligro que esto significaba, Cortés, en una audaz jugada, tomó preso a Moctezuma en su propio palacio con el pretexto de que se había asesinado a españoles y para reclamar justicia lo tomaba como rehén. Moctezuma se opuso: “A mí no me hagáis esta afrenta. ¿Qué dirán mis principales si me viesen llevar preso?” Pero acabó por aceptar hasta los grilletes que como castigo simbólico le impusieron a él mismo y algunos de sus familiares y nobles aztecas como Cuitláhuac. A continuación, Cortés obligó a todos a jurar fidelidad al emperador Carlos V y los condujo al edificio en donde los españoles habían improvisado su cuartel para que ahí vivieran en prisión. Ante tal atrevimiento y las abundantes lágrimas derramadas por Moctezuma, los demás nobles y jefes militares aztecas presentes sólo manifestaron gran tristeza, y espantados por lo que habían visto, simplemente se retiraron a sus casas.

Bernal Díaz del Castillo (Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) escribirá años más tarde: ¿Qué hombres ha habido en el mundo que osasen entrar cuatrocientos y cincuenta soldados, y aun no llegamos a ellos, en una tan fuerte ciudad como México, que es mayor que Venecia, estando apartados de nuestra Castilla... y prender a un tan gran señor?


Cortés procedió a derrumbar los ídolos de los templos y mandó aprehender a muchos nobles y jefes militares aztecas en prevención de que encabezaran una revuelta. Para asegurar la lealtad de su gente, el conquistador repartió las riquezas que se hallaban en el palacio de Axayácatl y el tesoro personal que le dio el propio Moctezuma para calmar su ambición. Obviamente, los objetos considerados por los aztecas como tesoros no sólo eran de oro, sino comprendían una amplia variedad de materiales: desde las plumas, las más diversas piedras, las conchas, las maderas y hasta las pieles; el oro no era tan apreciado y atesorado como en Europa.

En esos días llegó la noticia del desembarco en la Vera  Cruz de Pánfilo de Narváez, que enviado por Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, para someter a Cortés traía más efectivos que los que disponía el conquistador. La llegada de este nuevo grupo de españoles trató de ser aprovechada por Moctezuma, quien mediante sus representantes intentó establecer alianza en contra de Cortés. A pesar de su superioridad numérica, Narváez fue derrotado en un ataque sorpresa, cuando ya la mayoría de sus soldados habían sido comprados o convencidos de pasarse al lado de Cortés con la ilusión de grandes riquezas.

Tras partir Cortés a combatir a Pánfilo de Narváez, Pedro de Alvarado, Tonatiuh (llamado así “Dios dorado” por su pelo rojo), encargado del mando en Tenochtitlan, sus soldados y sus vengativos aliados indígenas hicieron una gran matanza de nobles y guerreros mexicas en el Templo Mayor, lo que levantó al pueblo al grado que el mismo Alvarado resultó herido por una pedrada. Al tener noticia Moctezuma de la matanza rogó a sus guardias que le dieran muerte inmediata, ya que su pueblo pensaría que lo había traicionado y que era cómplice de estos hechos crueles y sangrientos.

La matanza en el Templo Mayor, fue una de las razones que impulsaron a los mexicas a atacar a los españoles, pero la superioridad de las armas hispanas los hizo retroceder.

Después del rechazo español, los mexicas se dedicaron a efectuar los funerales de sus muertos y a recuperarse para atacar de nuevo con mayor vigor, poniendo en verdaderos aprietos a los conquistadores.  Para entonces, ya pocos creían que los españoles eran semidioses enviados por Quetzalcóatl y la población entera de la capital azteca, se preparaba para expulsar a los conquistadores.

Con el fin de apaciguar a sus atacantes, Cortés presentó a Moctezuma ante su pueblo para que éste, por el respeto y obediencia que le debían, los exhortara a deponer las armas.
La estratagema de Cortés dio resultado.

A pesar de haber depuesto las armas, los mexicas hicieron sentir su inconformidad llevando a cabo acciones   tales como:
• Levantar los puentes de los canales para impedir el paso a los españoles.
• Evitar el funcionamiento del mercado y,
• Dejar de llevar víveres al cuartel hispano.

Cortés ordenó a Moctezuma la reapertura del mercado para obtener víveres pero el tlatoani respondió que una orden de esa naturaleza sólo sería obedecida si la llevaba su hermano Cuitláhuac, quien también estaba prisionero.  Este es liberado y Cortés, sin proponérselo, proporciona a los mexica un caudillo.

En Tlatelolco, los rebeldes mexica se alzaron con Cuauhtémoc y al frente de ellos venía Cuitláhuac.
El asedio mexica rechazó a las huestes de Cortés, dándose cuenta los primeros de que podían vencer a los conquistadores.

También ya la mayoría estaba consciente de la actitud cobarde de Moctezuma ante los españoles, se avergonzaba de su conducta y lo consideraba un traidor a su pueblo.

A su regreso, Cortés pudo ingresar al cuartel asediado y enfrentó el levantamiento, para lo que contó nuevamente, con la ayuda de Moctezuma, quien  logró que se liberara a  su hermano Cuitláhuac para que ordenara abrir los tianguis, pero en realidad, para que, en un muy tardío intento del emperador azteca, encabezara la resistencia contra los españoles ya como su sucesor. Cortés accedió a la propuesta de Moctezuma porque pensó que con mantener en su poder a éste y a sus hijos, se impediría como en Europa que pudiera darse una sucesión legítima.
En esta situación desesperada, Cortés trató todavía de usar la supuesta autoridad de Moctezuma para calmar los ánimos y hacer que los sublevados retiraran el cerco que habían establecido alrededor de su cuartel. Pero el emperador azteca, ya teniendo noticia de que su pueblo había designado como su sucesor a su hermano Cuitláhuac,  consideró sellado su destino. 

Cortés, siempre astuto y hábil, al sentirse acorralado determinó usar nuevamente a Moctezuma, a quien creyéndole culpable de los ataques sufridos, le miraba con desprecio y recelo pero convencido de que sólo las palabras del señor mexica podrían calmar los enardecidos ánimos de los guerreros indígenas.

Cortés puso en labios de Moctezuma las palabras que el conquistador sabía correspondían al anhelo del pueblo, sin asumir la responsabilidad de dar cumplimiento a lo que se ofreciese puesto que el capitán extremeño no sería quien se comprometiese directamente con nadie ni con nada.
Moctezuma subió a la azotea con el ropaje correspondiente a su jerarquía y el combate cesó en cuanto el pueblo reconoció a su señor.

Las palabras de Cortés fueron vertidas por Moctezuma, pidiéndoles que se retirasen, que él estaba ahí por su voluntad y no como prisionero y que los españoles estaban dispuestos a abandonar la ciudad.

Contra lo esperado por Cortés, los mexica, por primera vez faltaron al respeto tradicional que debían a su tlatoani y la voz de Cuauhtémoc se alzó para exhortar a los mexica a la lucha, llamando a Moctezuma manceba de los españoles, a quien le arrojó una piedra que, aunque lo derribó no le causó grave daño.   Esa pedrada es una de las explicaciones para explicar su muerte,  otra versión señala que habiendo perdido su utilidad para los invasores,  lo mataron por lanza y/o espada.   Moctezuma Xocoyotzin había dejado de existir el 29 de junio de 1520.
Los combates continuaron y Cortés se dio cuenta de que la única oportunidad que tenía de salvarse, era abandonando la ciudad.

Frío y calculador, Cortés planeó un nuevo ardid que le diera el tiempo necesario para organizar la evasión y sabiendo la importancia que los ritos funerales tenían entre los mexicas, qué mejor oportunidad para entretenerlos que entregarles el cadáver de Moctezuma, cuya muerte, según el conquistador, era consecuencia de la pedrada recibida.

            
La muerte de Moctezuma marcó el principio de la resistencia azteca que culminó con la derrota de su imperio y el inicio de la etapa colonial de lo que tres siglos después formará la nueva nación mexicana.

Concluye José Antonio Crespo (Contra la historia oficial): “Moctezuma se ganó en nuestra historia la imagen de la cobardía y la claudicación frente al extranjero. El pobre monarca padeció la íntima convicción de que trataba con dioses, no con mortales, y en particular creyó inevitable el vaticinio según el cual Quetzalcóatl, el dios blanco, regresaría a recobrar sus dominios castigando al triste emperador. Si Moctezuma representa la cobardía en nuestra simbología histórica, la Malinche encarna la traición. Juntos forman la dualidad que, al menos míticamente, explican la derrota del poderoso y tiránico imperio de Mesoamérica a manos de un puñado de aventureros venidos de ultramar.”

COMENTARIOS

Moctezuma Xocoyotzin representa una personalidad triste y deprimente en México – Tenochtitlán,  se pretende explicar su actuación basándose en la espera de Quetzalcóatl y los augurios que percibió Moctezuma meses antes de su llegada;  sin embargo sus acciones resultan inexplicables dado su carácter de Huey Tlatoani de los Mexicas y de diversas evidencias del carácter humano de los hispanos (comida, tesoros, mujeres).  

Desafortunadamente no escuchó a sus consejeros, a sus generales a sus cercanos y permitió que llegaran a avasallar a los Mexicas y sus aliados,   que no pudieron vencer la pólvora, el caballo y el acero así como las alianzas de los invasores con los pueblos sojuzgados por los Mexicas.
Moctezuma terminó sucumbiendo a su debilidad,  miedos, no sé qué otras cuestiones influyeron,  pero aportaron a la derrota.

Aunado a esto se debe sumar el ejército bacteriano de los invasores,  para lo cual no había defensas ni anticuerpos que combatieran las enfermedades gachupinas (en eso también nos aventajaban).
Finalmente el hecho de la invasión,  que no conquista de los españoles,  es una realidad y sólo debemos asumirla como tal,  tenemos genes hispanos,  tenemos su herencia (maldita) que ha contribuido a convertirnos en lo que somos:  el híbrido del sector bajo de los Mexicas y la peor ralea de los invasores.  yo soy parte de esa mezcla triste y deprimente.   Quiero creer que mi parte nativa es mejor y que puedo ser bueno, excelente o extraordinario,  pero termino siendo un mexicano común y corriente.   Ya no tenemos la opción de los Insurgentes (la de Id a tomad gachupines,   la palabra de Hidalgo suena diferente),   solamente buscar la mejor alternativa para nuestro país y nuestra nacionalidad;   es inconcebible como se refieren a nosotros cuando hablan de que una nación se mexicaniza,  si están corrompiéndose.  Creo que hay gente más imbécil cuando generalizan de ese modo,  pero tenemos que trabajar para mostrarnos a nosotros y a quien quiera oir que somos un pueblo que trabaja y lucha por ser mejores;   si las circunstancias o el gobierno que nos toco en fortuna padecer no lo permite no es nuestra responsabilidad.

Lo que nos queda es buscar la mejoría de nosotros, de los nuestros y de nuestro pueblo,  ya que como reza una frase de los Memoriales de  Culhuacan:   En tanto que permanezca el mundo, no acabara la gloria de Mexico – Tenochtitlan.     


Yo procuro honrar y respetar mi fracción Mexica,  pero en ocasiones la europea gana de manera deprimente y aparece mi estupidez e imbecilidad extremas.    

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