DF
Caminando por diversas calles del Distrito Federal, particularmente el centro se encuentran varias situaciones que hacen pensar en muchas cosas que van de la evidencia palpable de autoridad a la condición de mexicanos (esta particularmente deleznable).
La primera de los manifestantes que consideran que haciendo pedazos la mala vialidad van a resolver sus problemas (vecinos que no tienen agua, luz, democracia, .......... lo que sea!) y que no son encauzados por el jefe de gobierno (jejejeje!) -¿deveras hay uno?-; (ah! y que si quiere la presidencia; pero como diantres no! así podrá ir a ver a la Reina y vestirse en Rodeo Drive y en un avionsote que costó muchos mil millones; no hay dinero pero tenemos un avionsote), no reprimidos: pero hay leyes, normas y reglamentos que deben garantizar que cada habitante cumpla con su parte del "contrato social" que debemos observar. Los Maestros, los paracaidistas (en especial los Panchos, que manera de fastidiar la memoria de Francisco Villa!), los vendedores ambulantes, los del metro, los vendedores de lo que sea que se comen media o más banqueta para vender lo que sea de cochinadas dizque alimentarias a accesorios automotrices, los que implantan su taller en la calle: carpintería, plomería, pintura y hojalatería, los taxistas, los microbuseros y TODOS los que faltan.
Pasando por todo lo que está en medio para llegar a la parte de nosotros, es decir los mexicanos: No respetamos a los peatones, no cedemos el paso, no respetamos los semáforos, no respetamos los sentidos de las calles, no respetamos los árboles -si estorban los cortamos-, no respetamos las banquetas -para que pago un estacionamiento?-, no respetamos el bajar al niño en la escuela sino que esperamos que nos diga adiós y se meta a la escuela, aunque se lleve 6 minutos; los taxistas cobran más por los ratones en los taxímetros, a veces no van a donde requerimos el servicio; el marchante -del mercado, tianguis, la miscelánea- nos escamotea el 10, 15 o más % de mercancía, pero cobra completo; nos comprometemos con un trabajo: plomería, carpintería, mecánica automotriz, electrónica, sastrería o el oficio que quieran y no terminamos cuando ofrecimos por la razón que sea; tiramos basura en las calles y cuando se inunda la calle aullamos como apaches mezcaleros por la mendiga inundación o encharcamiento -dice el que quiere-, bueno ni siquiera caminamos como se espera de nosotros alumnos aprovechados en la escuela primaria -se supone que nos formó en lo básico- el caminar por la derecha.
En fin que se puede repetir hasta La Náusea (Camus dixit), creo que el cambio no vendrá de afuera, de arriba (¿Dios?), de la derecha, de la izquierda, del Camarada Kim Il Sung, vamos ni del piojo o de Cuauhtémoc -el nanométrico-; debe venir de nosotros: Si formamos niños con los ejemplos y el trabajo arduo y cotidiano y de nuestra familia; si no, sólo de nosotros, aunque parezcamos retrasados o estúpidos; esperando que nuestros hijos entiendan algún día o que los otros en nuestra cercanía lo hagan.
La primera de los manifestantes que consideran que haciendo pedazos la mala vialidad van a resolver sus problemas (vecinos que no tienen agua, luz, democracia, .......... lo que sea!) y que no son encauzados por el jefe de gobierno (jejejeje!) -¿deveras hay uno?-; (ah! y que si quiere la presidencia; pero como diantres no! así podrá ir a ver a la Reina y vestirse en Rodeo Drive y en un avionsote que costó muchos mil millones; no hay dinero pero tenemos un avionsote), no reprimidos: pero hay leyes, normas y reglamentos que deben garantizar que cada habitante cumpla con su parte del "contrato social" que debemos observar. Los Maestros, los paracaidistas (en especial los Panchos, que manera de fastidiar la memoria de Francisco Villa!), los vendedores ambulantes, los del metro, los vendedores de lo que sea que se comen media o más banqueta para vender lo que sea de cochinadas dizque alimentarias a accesorios automotrices, los que implantan su taller en la calle: carpintería, plomería, pintura y hojalatería, los taxistas, los microbuseros y TODOS los que faltan.
Pasando por todo lo que está en medio para llegar a la parte de nosotros, es decir los mexicanos: No respetamos a los peatones, no cedemos el paso, no respetamos los semáforos, no respetamos los sentidos de las calles, no respetamos los árboles -si estorban los cortamos-, no respetamos las banquetas -para que pago un estacionamiento?-, no respetamos el bajar al niño en la escuela sino que esperamos que nos diga adiós y se meta a la escuela, aunque se lleve 6 minutos; los taxistas cobran más por los ratones en los taxímetros, a veces no van a donde requerimos el servicio; el marchante -del mercado, tianguis, la miscelánea- nos escamotea el 10, 15 o más % de mercancía, pero cobra completo; nos comprometemos con un trabajo: plomería, carpintería, mecánica automotriz, electrónica, sastrería o el oficio que quieran y no terminamos cuando ofrecimos por la razón que sea; tiramos basura en las calles y cuando se inunda la calle aullamos como apaches mezcaleros por la mendiga inundación o encharcamiento -dice el que quiere-, bueno ni siquiera caminamos como se espera de nosotros alumnos aprovechados en la escuela primaria -se supone que nos formó en lo básico- el caminar por la derecha.
En fin que se puede repetir hasta La Náusea (Camus dixit), creo que el cambio no vendrá de afuera, de arriba (¿Dios?), de la derecha, de la izquierda, del Camarada Kim Il Sung, vamos ni del piojo o de Cuauhtémoc -el nanométrico-; debe venir de nosotros: Si formamos niños con los ejemplos y el trabajo arduo y cotidiano y de nuestra familia; si no, sólo de nosotros, aunque parezcamos retrasados o estúpidos; esperando que nuestros hijos entiendan algún día o que los otros en nuestra cercanía lo hagan.
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