Final Segunda Guerra Mundial (Europa).

  
 


 La Segunda Guerra Mundial fue una de las luchas más sangrientas y con mayores repercusiones para el mundo,  por todo lo que se involucró en la misma.     Sus principales consecuencias fueron la crisis social, la crisis económica, los millones de personas que murieron, las crisis morales, los daños económicos, materiales, culturales, la modificación del perfil poblacional, las nuevas estructuras generadas, el submundo creado en ambos bandos “ganadores”:   estadunidenses y soviéticos:   las repercusiones económicas derivadas de las riquezas de los judíos que quedaron tanto en EU y la URSS,  las riquezas culturales que fueron reclamadas por ambos bandos,  la riqueza científica obtenida por las dos potencias,  ejemplo W von Braun un científico nazi de élite,  fue el padre de la ciencia aeroespacial estadunidense y nadie cuestionó su pasado,  por el contrario fue supravalorado;  al igual que químicos, médicos, microbiólogos.  Las ventajas sociopolíticas derivadas de la guerra misma,   el reparto de los países y sus zonas de influencia no sólo para aplicar sus modelos políticos y económicos sino para crear el mal llamado “equilibrio geopolítico” que beneficio a muchos pero no a las naciones en que se desarrolló,  p.e. en América la Doctrina Monroe,  la de América para los Americanos;   a México todavía le cuesta la dependencia de haberse ligado económicamente a los EU y no se ve una posibilidad de crecimiento independiente.

Finalmente, el 7 de Mayo de 1945 se anunciaba el final de la guerra, después de cinco años, ocho meses y siete días de batalla.

A diferencia de la primera guerra mundial, en la que los Estados Unidos optaron por el aislamiento, al finalizar la segunda guerra mundial, asumieron la responsabilidad de una política de intervención en conflictos como primera potencia mundial.
Los Estados Unidos, aplicando la "Doctrina Truman" (tratar de frenar la expansión del comunismo y de la Unión Soviética), lanzaron el conocido "Plan Marshall" para ayudar económicamente a los países europeos. Una condición básica para recibir ayudas por parte de los americanos era la adopción de una política de libre comercio.

Este plan tenía como objetivo ayudar económicamente a los países más perjudicados de Europa tras la guerra.
Por tanto, en 1948 creó la Organización para la Cooperación Económica Europea (OECE) que ayudó a liberalizar el comercio entre los estados miembros, introduciendo acuerdos monetarios y ayudando a la cooperación económica.
Un año después, los Estados Unidos junto a la mayoría de los estados democráticos de Europa fundaron la OTAN, alianza militar occidental enfrentada a la Unión Soviética que en respuesta crearon el Tratado de Varsovia (en el balance de La Guerra Fría).
También se creó el Consejo de Europa, organismo cuyo objetivo es el de fomentar la cooperación política entre los países europeos. Su principal función ha sido y sigue siendo la de reforzar el sistema democrático y los derechos humanos en los estados miembros,  la contraparte creó el Consejo de Ayuda Mutua Económica. 
   
La Segunda Guerra Mundial fue uno de los peores episodios por los que ha tenido que pasar la humanidad y es considerada como uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX.   Su desenlace acabó con uno de los regímenes más brutales que el mundo haya conocido  -el nazismo- y puso fin a largos siglos de dominio de Europa Occidental en la historia mundial.   Pero al mismo tiempo, determinó la conformación de una nueva configuración mundial relativa a las diferencias entre el capitalismo y el socialismo, y estableció la lucha de las dos superpotencias (EU y la URSS) por la supremacía.   No obstante haber costado millones de vidas humanas, el fin de esta conflagración no supuso el surgimiento de un mundo más apacible en el cual los conflictos, oposiciones y tensiones se dirimieran a través de la negociación y la concertación.   Por el contrario, traía en ciernes la semilla de una nueva forma de competencia y de exacerbación de los conflictos: la Guerra Fría.
Alemanes segunda guerra mundial
  En la actualidad, cuando la Unión Soviética ha desaparecido, existe la tendencia por parte de algunos analistas a atribuir toda la responsabilidad del estallido de la guerra fría al Kremlin y a la camarilla dirigente entonces en el país de los soviéticos.   Sin pretender negar la responsabilidad de Moscú, un examen más ecuánime debe incorporar igualmente la participación de Gran Bretaña y Estados Unidos en el inicio y desarrollo de esta nueva forma de competición, por ser países que también alimentaron los recelos y trataron de configurar un orden en el que prevalecieran sus intereses nacionales.
   Ya en las postrimerías de esta guerra, cuando era evidente la inminente derrota de Alemania y Japón, los gobiernos de los principales países aliados -Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética- emprendieron acciones encaminadas a definir un mundo de postguerra que fuera acorde con la percepción que cada uno de ellos tenía de las relaciones internacionales.    El tránsito de la colaboración a la confrontación ocurrió precisamente durante los meses finales de la guerra, por ser este el momento en que comenzó a vislumbrarse un nuevo panorama internacional de postguerra estructurado en tomo al declive de las potencias colonialistas (Gran Bretaña y Francia), el desmantelamiento de la principal potencia militar europea (Alemania) y el surgimiento de dos vigorosos Estados extracontinentales con pretensiones hegemónicas a escala planetaria: Estados Unidos y la Unión Soviética.    Sobre Moscú, Londres y Washington recayó la responsabilidad principal de que los conflictos se plantearan de una nueva forma,  ya no entre países, sino entre sistemas e ideologías.  La continuación de las tensiones y el origen de la guerra fría no fue únicamente el resultado de los cambios que se produjeron en los recursos de poder que favorecían a las llamadas superpotencias.   Fue igualmente el producto de un cierto número de aprehensiones, suspicacias y recelos que mantenían las clases dominantes de los países centrales, así como también el resultado de profundas discrepancias ideológicas.   La desconfianza de los líderes de la Unión Soviética se remontaba al período de preguerra.   En la conferencia de Múnich de 1938, Gran Bretaña y Francia habían coludido (pactado en daño de tercero) con Alemania para que esta última se apoderara de los Sudetes checoslovacos.   Los soviéticos interpretaron esta concesión como el deseo de Occidente de dejar las manos libres a la Alemania nazi para que ejerciera control en Europa del Este, incluida la Unión Soviética.   El temor a que se reconstituyera una «cruzada anticomunista», como la que había tenido lugar en 1918, fue lo que indujo a los soviéticos a buscar un acercamiento con Alemania, tal como quedó consagrado en el Pacto Von Ribbentrop-Molotov (agosto 23 de 1939), y evitar así que su país se viera, desde un comienzo, envuelto en la guerra. 
    Al finalizar el conflicto bélico, los soviéticos todavía conservaban el mismo tipo de aprehensiones.   Pero entonces la Unión Soviética era un país muy diferente: no sólo había resistido a la impresionante maquinaria militar alemana, sino que había llevado a sus espaldas el peso fundamental de la guerra en el teatro europeo.   Disponía, además, del ejército más grande de Europa, y en su persecución a los alemanes había liberado parte importante de Europa Central y Oriental, región en la cual ejercía una indiscutible supremacía.   En tales condiciones, la clase dirigente soviética creó una nueva escala de objetivos, la cual consistía en crear un entorno regional que sirviera de garantía para su seguridad interna, posibilitara al mismo tiempo la ampliación del campo socialista y convirtiera a la URSS en un actor con el cual las otras grandes potencias y el mundo en general tuvieran indefectiblemente que contar.
  La transformación de la Unión Soviética en líder de un subsistema mundial introdujo igualmente grandes transformaciones a nivel de la ideología.   No sólo desapareció la insignificante permisividad ideológico-cultural de los años de la guerra, sino que se enarboló una nueva doctrina que debía guiar el accionar externo del país: la teoría de los dos mundos irreconciliables, capitalismo y socialismo.   Esta nueva concepción del mundo sirvió de argumento para justificar la imposición del socialismo en aquellos países que habían sido liberados del yugo nazi por el ejército rojo y para reducirles su margen de autonomía.   La «doctrina de las soberanías limitadas», que alcanzaría su máximo paroxismo en las décadas de los años cincuenta y sesenta con las invasiones a Hungría y Checoslovaquia en 1956 y 1968 respectivamente, nació en realidad cuando la «cortina de hierro» cayó sobre Praga en febrero de 1948.
  Para el primer ministro británico Winston Churchill, los intereses supremos de Gran Bretaña en las postrimerías de la guerra consistía en impedir la consolidación de la Unión Soviética como actor de peso en los asuntos europeos y evitar el ocaso del imperio británico.   Por esta razón, Churchill intentó vanamente obstaculizar que la Unión Soviética desempeñara algún papel en la liberalización de los países de Europa Oriental.   En la conferencia de Teherán de 1943, en la que participaron Gran Bretaña, la Unión Soviética y Estados Unidos, el primer ministro británico defendió la idea de abrir un segundo frente en los Balcanes.    De esta manera. Gran Bretaña y Estados Unidos liberarían los países de Europa del Este desde el sur y dejarían confinada a la Unión Soviética dentro de sus fronteras.    Si bien esta iniciativa fue desechada, demostró claramente que, a pesar de la alianza que se tenía con la URSS, Churchill pensaba ya en un escenario de postguerra sin presencia soviética. 
  Sin abandonar nunca su lucha implacable contra el comunismo, al cual consideraba no como una política sino como una enfermedad, Winston Churchill diseñó una nueva estrategia de acción política que perseguía un doble propósito: de una parte, permitir que la influencia soviética se ejerciera sólo en una porción de Europa y, de la otra, garantizar la presencia y dominio de Gran Bretaña en el Viejo Continente.    En octubre de 1944, en su visita a Moscú, propuso a Stalin la división del continente europeo en esferas de influencia.   La Unión Soviética tendría un predominio indiscutido en Europa del Este, mientras que Gran Bretaña se reservaba el control en la parte occidental.    Esta proposición, que como tal fue aceptada por el dictador georgiano, se convirtió en el anuncio de la completa división de Europa, que duraría más de cuarenta años y sirvió de fundamento sobre el cual se erigió la guerra fría en el escenario europeo.
Si bien los líderes de ambos países llegaron a acuerdos en temas de gran importancia, los recelos eran manifiestos.   En enero de 1945 los soviéticos alcanzaron el río Oder.    Se hallaban a unos 150 km de Berlín.   Los esfuerzos del ejército alemán se centraron entonces en resistir con el fin de permitir a los ejércitos anglo-americanos alcanzar la capital antes que los soviéticos. La población civil, presa del pánico, emprendió la huida a la zona occidental, controlada por estadounidenses y británicos.      El 13 de febrero de 1945, cuando los soviéticos se encontraban a poco más de cien kilómetros de la ciudad alemana de Dresde, Churchill dio la orden de realizar un bombardeo aéreo sobre la ciudad un grupo de unos 1000 aviones ingleses y estadounidenses lanzaron un ataque con bombas incendiarias.    En Dresde, localidad que carecía de objetivos militares, perecieron más de ciento veinte mil personas.   Si desde un punto de vista militar la ciudad no era importante, ¿por qué el primer ministro dio la orden de realizar el bombardeo?    Era, sin duda, para darles una lección a los soviéticos, para demostrarles la fuerza de la capacidad militar de Occidente y particularmente de la Gran Bretaña.    No sería casualidad que el discurso en Fulton, Missouri, constatara que «una cortina de hierro ha caído sobre Europa», telón que él mismo había ayudado a construir al demarcar claramente la existencia de las dos Europas.
Hitler prohibió cualquier tipo de rendición o repliegue estratégico e instó a resistir a toda costa.   La población fue movilizada en su totalidad.  Todos los alemanes entre 16 y 60 años fueron alistados al ejército, siendo empleados en el combate niños de las Juventudes Hitlerianas que contaban tan solo 14 años. El ejército ruso se acercaba a la capital con 450 000 efectivos.   En abril de 1945 los aliados alcanzaron la línea del Elba, en tanto que los rusos, una vez cruzados los ríos Oder y Neisse, se hallaban a las puertas de Berlín.     Hitler destituyó a diversos generales, entre ellos, a Guderian, y relevó a Göering del mando de la Luftwaffe.   Himmler intentó entablar conversaciones con los aliados occidentales.  Después nombró como Jefe de Estado al almirante Dönitz (lo sería hasta el 22 de mayo) y como canciller o Primer Ministro del Reich a Goebbels, quien optó por suicidarse al día siguiente, junto a su mujer e hijos.    El día 30 las tropas soviéticas tomaron el Reichstag (Parlamento alemán) y rodearon la Cancillería. Hitler se suicidó y la ciudad fue intensamente bombardeada.  
                                                                            
             
Hitler pasando revista a tropas combatientes de niños.


Toma del Reichstag (Parlamento) por tropas soviéticas.

El día 2 de mayo de 1945 Berlín capitulaba. El día 7, en Reims (Francia)  el general Jodl firmó la capitulación de toda Alemania, ante el general Eisenhower; el día 8, en Berlín, el mariscal Keitel hizo lo propio ante los soviéticos, representados por el mariscal Zhúkov.   La guerra, sin embargo, aún no había concluido, pues en Asia los japoneses seguían combatiendo

Ruinas de Berlín tras los bombardeos 

Keitel, en el centro, firmando ante los soviéticos la capitulación de Alemania 
 Por último, los cambios de orientación en materia internacional del gobierno de los Estados Unidos en las postrimerías del conflicto también contribuyeron a la emergencia de las nuevas formas de competición y tensión internacional que prevalecería en el mundo de postguerra. No sólo por la amplia gama de doctrinas que los dirigentes norteamericanos crearon en ese entonces para combatir a los soviéticos --la teoría del containment (contención), o sea la inmovilización del comunismo para impedir su expansión más allá de su área de influencia, rollback (retroceso), que consistía en replegar los límites de la zona de influencia de la URSS, etc.-, sino por el hecho de que también elaboraron su propia doctrina de las «soberanías limitadas» en Europa Occidental para luchar contra el peligro comunista, como lo demuestra la organización Gladio, con la cual se creó una red clandestina de alcance europeo para «defender los intereses norteamericanos», y por las acciones que emprendieron en las postrimerías de la segunda Guerra Mundial para amedrentar a la Unión Soviética.
  Documentos norteamericanos salidos a la luz pública en el trascurso de los últimos años (The New York Times, agosto 4 de 1989) demuestran las razones de fondo que indujeron a los norteamericanos a lanzar las bombas de destrucción masiva sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente. De acuerdo con tal información, esta no fue una acción encaminada a acelerar el epílogo de la segunda Guerra Mundial en el Asia-Pacífico, sino una advertencia a los soviéticos acerca de la superioridad militar de los Estados Unidos. Estos mismos documentos demuestran que lo que llevó a la capitulación de Japón no fue la utilización de la bomba atómica sino la decisión soviética del 8 de agosto de invadir Manchuria, entonces ocupada por los japoneses. Nada expresa mejor el estado de ánimo prevaleciente en esos años en los círculos políticos anglo-americanos que las palabras de lord Alan-Brooke, quien escribió: «Tenemos en las manos una cosa que restablecerá el equilibrio con los rusos.   El secreto de este explosivo y la capacidad para utilizarlo modificarán completamente el equilibrio diplomático que se encontraba a la deriva después de la derrota de Alemania».    La guerra fría entraba formalmente en escena, y desde ese momento el mundo se dividiría en buenos y malos, en el «reino de la libertad», y el «imperio del mal».    En otras palabras, un mundo en blanco y negro.

 La Segunda Guerra Mundial, representa una página negra en la Historia de la Humanidad;   la situación derivada de la misma expresada como muertos es terrible y pavorosa.   Un total de 47 200 000 personas muertas,   de los cuales los civiles fueron mayoría en un conflicto que, posiblemente, no entendieron y que seguro no buscaron:   la estupidez, la brutalidad, la enfermedad, la ceguera, la ambición y lo que se les ocurra seguro aplican para esta situación,   definitivamente la URSS fue quien más padeció en esta pérdida.
País
Militares
Civiles
Total
URRS
12.000.000
17.000.000
29.000.000
Polonia
597.000
5.860.000
6.270.000
Alemania
3.250.000
2.440.000
5.690.000
Yugoslavia
305.000
1.350.000
1.660.000
Rumania
450.000
465.000
915.000
Hungría
200.000
600.000
800.000
Francia
245.000
350.000
595.000
Italia
380.000
153.000
533.000
Reino Unido
403.000
92.700
495.000
EEUU
407.000
6.000
413.000
Checoslovaquia
7.000
315.000
322.000
Países Bajos
13.700
236.000
249.000
Grecia
19.000
140.000
159.000
Bélgica
76.000
23.000
99.000
  
Por otra parte,  la bandera del pueblo judío como los causantes de los males del pueblo alemán no tienen justificación alguna y, lo más incomprensible es, que ese pueblo alemán,  con una historia monumental (Bach, Beethoven, Goethe)  participó voluntariamente o por omisión en un crimen sin nombre,  la cifra aceptada es de 6 millones de muertos;   pero uno solo debió preocupar e inquietar a quienes debieron responder.    Tal vez la respuesta sea que no se afectaron los intereses de otros sectores o grupos de personas y que, por tanto, no debían intervenir;   creo que el espíritu humano puede ser incomprensible.  O que sólo son vecinos.  O que ya están acostumbrados.  O que si tienen la culpa.   O …………… (y la sarta de necedades que se les ocurran).
Después de negociar entre los jerarcas vencedores,  vinieron otras situaciones que tardaron mucho tiempo en (medio) componerse,  la (geo)política en descomponerse,  los nuevos responsables en enredarse en otros conflictos (Corea) y otros menos visibles o ruidosos,  en usar la propaganda conveniente (p.e. la carrera espacial:  la perrita Laika, Yuri Gagarin, Valentina Tereshkova,  la creación del programa espacial impulsado por Kennedy), la propaganda de los desertores soviéticos o del bloque socialista,  la crisis de los misiles en Cuba,  la Guerra de Vietnam y todo lo intermedio,  incluyendo la caída del muro hasta culminar con las Guerras del Golfo y después Al Qaeda y el Estado Islámico;   todo relacionado de un modo sutil o muy basto;  pero que nos afecta y ni siquiera nos consultan.
Mientras tanto,  el triunfo “europeo” en la Guerra debe servir como acicate para recordar e impedir la repetición de esas situaciones,         que así sea!




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