Muerte de Venustiano Carranza
(21 de mayo de 1920).
En el año de 1920 terminaba el período del gobierno del Presidente
Venustiano Carranza y pese a su intención de estabilizar el país, no fue
posible debido a diversas acciones tomadas durante su gobierno.
El tema de las elecciones presidenciales motivó que el 23 de abril de
1920 se diera a conocer el Plan de Agua Prieta, promovido por el General Adolfo
de la Huerta, por medio del cual se desconoció al gobierno de Carranza.
A manera de respuesta, el Presidente Venustiano Carranza lanzó un
manifiesto a la Nación el 5 de mayo de 1920, en el que lamentó la lucha
política prematura, condenó la propaganda subversiva obregonista a base de
ataques a su gobierno y la ambigüedad de Pablo González al hacer campaña sin
dejar el mando militar. Además, convocó
a las fuerzas leales a sumarse al esfuerzo para trasladar a los poderes
federales a Veracruz, denominando a esto “Columna de la Legalidad”.
Los
gobernadores afines a Carranza eran: Gustavo Espinosa Mireles, de Coahuila;
Severino Martínez, de San Luis Potosí, y el general José de los Santos, de
Nuevo León. Los cuales comenzaron a buscar protección en el
extranjero, o refugio en lugares seguros del país.
Los generales de Carranza: Manuel M. Diéguez en el norte de la República, Francisco Murguía en el noroeste y Cándido Aguilar, en el estado de Veracruz.
Los generales de Carranza: Manuel M. Diéguez en el norte de la República, Francisco Murguía en el noroeste y Cándido Aguilar, en el estado de Veracruz.
La Ciudad de México estaba protegida por escasas tropas leales. El 5 de mayo, aniversario de la Batalla de Puebla, se efectuó una modestísima ceremonia oficial en el panteón de San Fernando, ante la tumba del general Ignacio Zaragoza, vencedor de los invasores, y no se festejó la fecha con el acostumbrado desfile.
Carranza visitó el Parque General de Ingenieros, en Arcos de Belén y Doctor Vértiz, para cerciorarse de la cantidad de municiones disponibles. Iba vestido con ropas de soldado raso y fue a otros cuarteles para dar ánimo a la tropa.
El Plan de Agua Prieta estaba en marcha y los dos estados más grandes de la República, Chihuahua y Sonora, se habían unido a la rebelión.
El general Álvaro Obregón se había insurreccionado y los generales Ignacio P. Enríquez, de Chihuahua, y el general Adolfo de la Huerta, de Sonora, ambos gobernadores de sus respectivos estados, habían intercambiado informes donde confirmaban que contaban con las tropas suficientes que habían vitoreado al general Obregón y le habían designado jefe del movimiento.
Los generales insurrectos: Eugenio Martínez, Joaquín Amaro, Alfredo Rueda Quijano, Abundio Gómez, Ángel Flores, Arnulfo R. Gómez, Celestino Gasca, Pablo González, Jacinto Treviño, Manuel W. González, Plutarco Elías Calles, Salvador Alvarado, Paulino Guerrero, Luis Sánchez Pontón, Jesús Acevedo, Emilio Portes Gil, todos ellos tras el asesinato del presidente Carranza fueron nombrados por el general Adolfo de la Huerta, líder de la rebelión, para los cargos del gobierno "provisional", y dos de ellos, en su oportunidad, alcanzaron la presidencia de la República: Elías Calles y Portes Gil.
Plutarco Elías Calles
Para evacuar la capital, Carranza empleó la línea de Ferrocarril
Mexicano y consideró que las fuerzas de caballería eran suficientes para
proteger la salida de los convoyes. El día 7 de mayo salieron los trenes del patio
de la Estación Buenavista.
En
apresuradas reuniones se acordó que la salida de la Ciudad de México se
efectuara en la madrugada del 7 de mayo de 1920, rumbo al puerto de Veracruz,
donde Carranza en 1914 y 1915 había encontrado refugio durante la escisión de
Francisco Villa y allí había preparado el proyecto de reformas a la
Constitución de 1857, que culminó con la promulgación de la del año 1917.
Armando Z. Ostos, en su obra "Méritos y traiciones", publicada en 1941, dice: "El 7 de mayo de 1920 salimos de México con destino a Veracruz, que había sido prometido como baluarte del régimen constituido. La situación estaba claramente definida. Para nadie era un misterio que la insurrección se propagaba velozmente a todos los cuerpos militares del país y que, en consecuencia, la caída de Carranza sólo podía evitarla el apoyo del pueblo, por virtud de la persuasión y la serenidad".
El general Francisco L. Urquizo, uno de los generales leales a Carranza, comentó que "la idea de refugiarse en el puerto es magnífica".
Carranza confiaba en los generales Cándido Aguilar, Guadalupe Sánchez, Adalberto Palacios, Antonio Portes, Liberato Lara Torres, Francisco Durazo, Nicolás Martínez Luna y L. Urquizo.
Armando Z. Ostos, en su obra "Méritos y traiciones", publicada en 1941, dice: "El 7 de mayo de 1920 salimos de México con destino a Veracruz, que había sido prometido como baluarte del régimen constituido. La situación estaba claramente definida. Para nadie era un misterio que la insurrección se propagaba velozmente a todos los cuerpos militares del país y que, en consecuencia, la caída de Carranza sólo podía evitarla el apoyo del pueblo, por virtud de la persuasión y la serenidad".
El general Francisco L. Urquizo, uno de los generales leales a Carranza, comentó que "la idea de refugiarse en el puerto es magnífica".
Carranza confiaba en los generales Cándido Aguilar, Guadalupe Sánchez, Adalberto Palacios, Antonio Portes, Liberato Lara Torres, Francisco Durazo, Nicolás Martínez Luna y L. Urquizo.
El día 9 de mayo, las fuerzas carrancistas fueron atacadas en Apizaco,
Tlax., donde destacó la caballería del Colegio Militar, quien logró rechazar al
enemigo, después de este suceso, hubo deserciones que se acentuaban cuando eran
atacados; a pesar de todo, las fuerzas carrancistas lograron rechazar al
enemigo en varias ocasiones.
Cerca de
la estación Rinconada, el día 11, y la de Algibes, los días 13 y 14, se
registraron varios combates. Carranza "iba y venía de un lado a otro de la
línea de fuego, sin cuidar para nada su vida".
El general Joaquín Mucel Acereto en testimonio vivo de 1967 narra: "El enemigo atacó nuestro tren; contestamos el fuego, desbandándolo. Después de pasar la estación de San Marcos, nos detuvimos; el convoy que marchaba a la cabeza no había podido pasar de Riconada y se inició entonces el combate.
"En esta estación, a pesar de haber derrotado al enemigo, las fuerzas del Presidente comenzaron a desintegrarse; se terminó el agua, las provisiones, se abandonaron varios trenes y los cadetes del Colegio Militar desalojaron el suyo para instalarse en otro que marchaba delante".
El 13 de mayo, "todo hacía pensar en el desastre final". Faltaba agua, combustible, víveres. La caballería bajó del convoy para continuar por tierra. Habían abandonado la mitad de los trenes. El enemigo se acercaba a gran prisa y en esas, un emisario del general Jacinto B. Treviño llegó hasta Carranza para proponerle que saliera del país: "Le ofrecía amplias garantías para su persona. No obtuvo contestación el recado. Una sonrisa amarga se dibujó en la faz del Presidente. ¡Que escapara! Poco conocía el general Treviño a quien tanto tiempo fue su inmediato jefe. No, el hombre que se enfrentó y venció a Victoriano Huerta, el que se impuso a Villa y lo abatió, el que se irguió magnífico ante las arrogancias de los norteamericanos, el hombre que sacrificó a su propio hermano antes que claudicar, el que educó una casta de hombres ilustres, el que redimió al pueblo, no podía huir en aquella forma. No era un cobarde, nunca lo fue", escribe Urquizo en "México-Tlaxcalantongo", 1943.
En esta estación, los aguaprietistas levantaron la vía y concentraron 20 mil hombres. Muchos de los soldados y civiles que no cayeron muertos, se dispersaron.
Fue muerto el general Agustín Millán y defeccionó el coronel José María Ruiseco, comandante del 5º Regimiento de Caballería.
"Nos dimos cuenta perfecta, desde el Presidente de la República hasta el último soldado, de que estábamos perdidos, obstruido el paso hacia Veracruz: ya sin amigos y batidos encarnizadamente por fuerzas superiores en número y en moral", escribe Urquizo.
El 14 de mayo se convoca a un consejo de generales y se aprueba por unanimidad, a sugerencia del general Murguía, el abandono rápido de los trenes y la búsqueda de un camino en la sierra poblana, conduciendo las bestias el dinero y las municiones, y los escasos contingentes, previendo el cercano final, se dividieron en grupos guerrilleros.
Urquizo le sugiere escapar y le pide que abandone el tren, a lo que Carranza se niega y ordena la dispersión dada la grave situación. Muchos civiles se niegan y Carranza recomienda: "Como en estos momentos sólo se presentan peligros y necesidades inherentes a la guerra, cada quien queda en libertad de reflexionar al tenor de su conciencia sobre los actos subsecuentes".
A muchos ruegos, Carranza monta en un caballo de corta alzada y los cadetes del Colegio Militar lo escoltan. Carranza va tranquilo y cabalga al frente de los suyos.
El día 16, al amanecer, las avanzadas leales llegan hasta los muros de la hacienda de Zacatepec, y prosiguen y se reduce la comitiva.
Esa madrugada se miran las primeras casas serranas de San Andrés y luego arriban a San Francisco Ixtamatlán, de allí a Tecuahuitl y Zitlacuatla, donde se proponen pasar la noche, pero la lluvia obliga a seguir la marcha.
El día 17, pasado el mediodía, avanzan hacia Tetela de Ocampo y ahí recibe Carranza el informe de que el general Jesús Guajardo, ejecutor de Emiliano Zapata, avanza contra ellos y es necesario abandonar el poblado en dirección a Cuatempam.
A la hora de la comida se aprueba reducir al máximo la columna, con objeto de apresurar el paso rumbo a la Sierra de Querétaro, por Jalpan, y de allí cabalgar al norte de la República.
"No obedeceremos la orden de regresar a la Ciudad de México; seguiremos al presidente Carranza hasta el fin", exclaman los coroneles Casillas y Jesús Loreto Howell, director y subdirector de la Escuela de Caballería del Colegio Militar, y contra su voluntad obedecen la orden de Carranza y lo abandonan a su suerte.
Día 19, en la tarde, cien personas entran en Coamachalco y allí duermen.
Día 20, como a las cinco de la tarde arriban a San Antonio Tlaxcalantongo y Carranza dispone que se pase la noche allí.
Los hombres se comenzaron a distribuir en las pobrísimas casitas del pueblecito, después de buscar alimentos y cobijas, que los lugareños ni al precio que se los pagaran tenían.
La choza donde va a pernoctar Carranza es de cinco metros de largo por cuatro de ancho y paredes de tejamanil. A Carranza lo acompañan para pasar la noche Manuel Aguirre Berlanga, secretario de Gobernación; Mario Méndez, Pedro Gil Farías, su secretario particular, y sus ayudantes, los capitanes Ignacio Suárez y Octavio Amador, y su asistente personal, Secundino Reyes.
El general Joaquín Mucel Acereto en testimonio vivo de 1967 narra: "El enemigo atacó nuestro tren; contestamos el fuego, desbandándolo. Después de pasar la estación de San Marcos, nos detuvimos; el convoy que marchaba a la cabeza no había podido pasar de Riconada y se inició entonces el combate.
"En esta estación, a pesar de haber derrotado al enemigo, las fuerzas del Presidente comenzaron a desintegrarse; se terminó el agua, las provisiones, se abandonaron varios trenes y los cadetes del Colegio Militar desalojaron el suyo para instalarse en otro que marchaba delante".
El 13 de mayo, "todo hacía pensar en el desastre final". Faltaba agua, combustible, víveres. La caballería bajó del convoy para continuar por tierra. Habían abandonado la mitad de los trenes. El enemigo se acercaba a gran prisa y en esas, un emisario del general Jacinto B. Treviño llegó hasta Carranza para proponerle que saliera del país: "Le ofrecía amplias garantías para su persona. No obtuvo contestación el recado. Una sonrisa amarga se dibujó en la faz del Presidente. ¡Que escapara! Poco conocía el general Treviño a quien tanto tiempo fue su inmediato jefe. No, el hombre que se enfrentó y venció a Victoriano Huerta, el que se impuso a Villa y lo abatió, el que se irguió magnífico ante las arrogancias de los norteamericanos, el hombre que sacrificó a su propio hermano antes que claudicar, el que educó una casta de hombres ilustres, el que redimió al pueblo, no podía huir en aquella forma. No era un cobarde, nunca lo fue", escribe Urquizo en "México-Tlaxcalantongo", 1943.
En esta estación, los aguaprietistas levantaron la vía y concentraron 20 mil hombres. Muchos de los soldados y civiles que no cayeron muertos, se dispersaron.
Fue muerto el general Agustín Millán y defeccionó el coronel José María Ruiseco, comandante del 5º Regimiento de Caballería.
"Nos dimos cuenta perfecta, desde el Presidente de la República hasta el último soldado, de que estábamos perdidos, obstruido el paso hacia Veracruz: ya sin amigos y batidos encarnizadamente por fuerzas superiores en número y en moral", escribe Urquizo.
El 14 de mayo se convoca a un consejo de generales y se aprueba por unanimidad, a sugerencia del general Murguía, el abandono rápido de los trenes y la búsqueda de un camino en la sierra poblana, conduciendo las bestias el dinero y las municiones, y los escasos contingentes, previendo el cercano final, se dividieron en grupos guerrilleros.
Urquizo le sugiere escapar y le pide que abandone el tren, a lo que Carranza se niega y ordena la dispersión dada la grave situación. Muchos civiles se niegan y Carranza recomienda: "Como en estos momentos sólo se presentan peligros y necesidades inherentes a la guerra, cada quien queda en libertad de reflexionar al tenor de su conciencia sobre los actos subsecuentes".
A muchos ruegos, Carranza monta en un caballo de corta alzada y los cadetes del Colegio Militar lo escoltan. Carranza va tranquilo y cabalga al frente de los suyos.
El día 16, al amanecer, las avanzadas leales llegan hasta los muros de la hacienda de Zacatepec, y prosiguen y se reduce la comitiva.
Esa madrugada se miran las primeras casas serranas de San Andrés y luego arriban a San Francisco Ixtamatlán, de allí a Tecuahuitl y Zitlacuatla, donde se proponen pasar la noche, pero la lluvia obliga a seguir la marcha.
El día 17, pasado el mediodía, avanzan hacia Tetela de Ocampo y ahí recibe Carranza el informe de que el general Jesús Guajardo, ejecutor de Emiliano Zapata, avanza contra ellos y es necesario abandonar el poblado en dirección a Cuatempam.
A la hora de la comida se aprueba reducir al máximo la columna, con objeto de apresurar el paso rumbo a la Sierra de Querétaro, por Jalpan, y de allí cabalgar al norte de la República.
"No obedeceremos la orden de regresar a la Ciudad de México; seguiremos al presidente Carranza hasta el fin", exclaman los coroneles Casillas y Jesús Loreto Howell, director y subdirector de la Escuela de Caballería del Colegio Militar, y contra su voluntad obedecen la orden de Carranza y lo abandonan a su suerte.
Día 19, en la tarde, cien personas entran en Coamachalco y allí duermen.
Día 20, como a las cinco de la tarde arriban a San Antonio Tlaxcalantongo y Carranza dispone que se pase la noche allí.
Los hombres se comenzaron a distribuir en las pobrísimas casitas del pueblecito, después de buscar alimentos y cobijas, que los lugareños ni al precio que se los pagaran tenían.
La choza donde va a pernoctar Carranza es de cinco metros de largo por cuatro de ancho y paredes de tejamanil. A Carranza lo acompañan para pasar la noche Manuel Aguirre Berlanga, secretario de Gobernación; Mario Méndez, Pedro Gil Farías, su secretario particular, y sus ayudantes, los capitanes Ignacio Suárez y Octavio Amador, y su asistente personal, Secundino Reyes.
Posteriormente, los miembros de la “Columna de la Legalidad” decidieron
abandonar los trenes y por medio de partidas de caballería, conducir en
carruajes a las haciendas más cercanas, el dinero, ametralladoras y municiones.
Cuando empezó la organización para abandonar los trenes, el enemigo
atacó otra vez, en esta ocasión, las fuerzas carrancistas no contuvieron el
ímpetu del ataque y el resultado fue la derrota total.
Por lo anterior, Venustiano Carranza escapó con un pequeño grupo de
militares y civiles y continúo la marcha. La tarde del 19 de mayo llegaron a la
ranchería de Coamachalco, después pasaron por el río Necaxa y se hizo un alto
en el pueblo de Patla, Pue., en este lugar, el General Rodolfo Herrero se
incorporó a la Columna y debido a que conocía la región se le nombró guía.
Cadáver de Venustiano Carranza
Venustiano Carranza llegó con un pequeño grupo de leales a
Tlaxcalantongo, entre las tres y cuatro de la tarde, pero en la noche del 21 de
mayo de 1920, aproximadamente a las cuatro y media de la mañana, un grupo de
hombres armados encabezado por Rodolfo Herrero dispararon sobre la choza donde
descansaba Don Venustiano Carranza dándole muerte.
El
teniente coronel Ignacio Suárez G, entonces ayudante de Carranza y testigo
presencial de los hechos, los consigna en su libro "Carranza, forjador del
México actual", 1965.
"A eso de las tres de la mañana se presentó en el jacal de don Venustiano el teniente Francisco Valle, ayudante del general Murgía, acompañado por un indio que traía un mensaje del general Mariel en que éste decía: 'la guarnición de Villa Juárez es leal y saldrá al día siguiente'.
"El presidente declaró que no había podido dormir y que ahora sí podría hacerlo. Se retiró el asistente de Murgía y el emisario no queriendo quedarse a descansar se perdió en la noche. ¿Tuvo que ver aquel mensajero con el conocimiento del lugar donde dormía don Venustiano, que tenían los que hicieron la descarga mortal a través de las delgadas paredes de la casucha que hasta ser improvisado 'Palacio Nacional' fuera sede del delegado municipal? Este punto misterioso probablemente nunca llegará a esclarecerse.
"De pronto se soltó una furiosa balacera. Abrieron los ojos los que dormían y se pusieron de pie al momento empuñando sus armas. Los disparos resonaban cerca de la casita de don Venustiano. Se oyeron mueras al presidente y vivas a Obregón. Herrero los había traicionado. Eran las tres de la madrugada.
"Según las informaciones recogidas en Xico, Herrero salió de Tlaxcalantongo el día 20 con destino a Patla, para auxiliar a su hermano que había sido herido accidentalmente. Sostiene Miguel B. Márquez que el general Rodolfo Herrero le comunicó sus planes de matar a Carranza y relata detalladamente cómo se organizó el ataque al Palacio Nacional de Tlaxcalantongo".
Instantes después de la balacera sobre el jacal, Carranza resultó herido en una pierna y los asesinos entraron a la casucha y acabaron con la vida del presidente Venustiano Carranza.
Murió en los brazos de su ayudante, Ignacio Suárez, y éste divulgó la versión de que Carranza, al verse perdido, se había suicidado.
El doctor Carlos Sánchez Pérez, quien hizo la autopsia, afirmó terminantemente que no hubo tal suicidio
"A eso de las tres de la mañana se presentó en el jacal de don Venustiano el teniente Francisco Valle, ayudante del general Murgía, acompañado por un indio que traía un mensaje del general Mariel en que éste decía: 'la guarnición de Villa Juárez es leal y saldrá al día siguiente'.
"El presidente declaró que no había podido dormir y que ahora sí podría hacerlo. Se retiró el asistente de Murgía y el emisario no queriendo quedarse a descansar se perdió en la noche. ¿Tuvo que ver aquel mensajero con el conocimiento del lugar donde dormía don Venustiano, que tenían los que hicieron la descarga mortal a través de las delgadas paredes de la casucha que hasta ser improvisado 'Palacio Nacional' fuera sede del delegado municipal? Este punto misterioso probablemente nunca llegará a esclarecerse.
"De pronto se soltó una furiosa balacera. Abrieron los ojos los que dormían y se pusieron de pie al momento empuñando sus armas. Los disparos resonaban cerca de la casita de don Venustiano. Se oyeron mueras al presidente y vivas a Obregón. Herrero los había traicionado. Eran las tres de la madrugada.
"Según las informaciones recogidas en Xico, Herrero salió de Tlaxcalantongo el día 20 con destino a Patla, para auxiliar a su hermano que había sido herido accidentalmente. Sostiene Miguel B. Márquez que el general Rodolfo Herrero le comunicó sus planes de matar a Carranza y relata detalladamente cómo se organizó el ataque al Palacio Nacional de Tlaxcalantongo".
Instantes después de la balacera sobre el jacal, Carranza resultó herido en una pierna y los asesinos entraron a la casucha y acabaron con la vida del presidente Venustiano Carranza.
Murió en los brazos de su ayudante, Ignacio Suárez, y éste divulgó la versión de que Carranza, al verse perdido, se había suicidado.
El doctor Carlos Sánchez Pérez, quien hizo la autopsia, afirmó terminantemente que no hubo tal suicidio
Con el asesinato de Venustiano Carranza se declaró el triunfo de la
Rebelión de Agua Prieta, en consecuencia, el poder Ejecutivo fue tomado de
manera interino por Adolfo de la Huerta, el 1º de junio de 1920, producto del movimiento que
derrocó a don Venustiano Carranza. Finalmente el 1º de diciembre de 1920, el Gral. Álvaro Obregón
asumió el cargo de Presidente de la República.
Algunas notas del periódico El Heraldo
del 22 de mayo del mismo año son las siguientes:
CÓMO MURIÓ EL SR. CARRANZA
Un aviso telefónico nos dio a conocer tan sensacional
noticia y en el acto nuestros redactores se pusieron en campaña para conseguir amplios detalles de
acontecimiento tan trascendental.
Ocurrieron al Cuartel General del Ejército Liberal Constitucionalista y allí se les entregaron dos boletines
confirmando la versión, los que damos a conocer al final, como noticia oficial.
La muerte del señor Carranza se registró a la una de la madrugada del día de ayer en un pueblecillo denominado
Tlaxcalantongo, situado en lo más intrincado de la huasteca poblana, arriba de Apatla, de donde
saliera el Presidente y su comitiva para pernoctar en el lugar donde fue
sorprendido por las fuerzas del General ex-federal Rodolfo Herrero, que se
encontraba acantonado en Plan Grande o del Progreso, con ciento cincuenta
hombres.
El citado General Herrero logró sorprender al señor Carranza en el lugar donde dormía con algunos de su séquito, que fueron los que seguramente
perecieron en el combate que se trabó entre las fuerzas del jefe revolucionario y el Presidente, que al
verse en peligro de ser prisionero resolvió jugarse el todo por el todo y auxiliado de sus acompañantes hicieron resistencia con las
armas que portaban.
Pero la superioridad numérica de las fuerzas del General
Herrero hizo caer bien pronto a uno por uno de los que se encontraban al lado
del señor Carranza, y al final el mismo fue víctima de las balas que se le
disparaban en respuesta a la resistencia que continuaba haciendo.
UNA ENTREVISTA INTERESANTE
En la antesala de la habitación del señor General Obregón, nuestro redactor, señor Delfín Conde, entrevistó a un enviado del General Rodolfo
Herrero, el cual todavía conservaba huellas inequívocas de la caminata que hiciera a caballo por pantanos y montañas para llegar a Huauchinango a tomar
el tren y llegar a esta capital con informes interesantísimos acerca del camino que seguía el Presidente Carranza y su
comitiva.
Dijo el enviado del General Herrero a
nuestro representante, que la mañana del jueves, el señor Carranza llegó a Apatla acompañado de los Ministros Aguirre Berlanga, Cabrera, los Generales Juan
Barragán, Francisco Murguía, Marciano González y Bruno Neira y otras personas más, escoltado por ciento cincuenta
hombres de caballería perfectamente bien municionados y armados y llevando una
numerosa impedimenta de mulas cargadas.
En Apatla esperaba el Presidente
Carranza que se le unieran las tropas del General Mariel, que guarnecían Necaxa y otros puntos de la sierra,
con objeto de estar más seguro de una asechanza de sus enemigos. Allí estuvieron durante algunas horas;
pero como los soldados del General Mariel no llegaran y por el contrario se
recibieran noticias de que en Plan Grande estaban las fuerzas del General
Herrero, que no había definido su actitud de lealtad al Gobierno carrancista, el
Presidente optó por dirigirse hacia el Norte, llegando a pernoctar a
Tlaxcalantongo, creyéndose más seguro allí.
EL COMBATE
Nuestro entrevistado declaró también que al salir de Plan Grande, el
General Herrero se disponía a salir al frente de sus soldados a batir a Carranza y su
comitiva y le dio instrucciones para que dijese al General Obregón que si era derrotado se replegaría hasta conseguir nuevos elementos
para continuar la persecución.
Los boletines oficiales, nos dicen que
el General Herrero tuvo éxito en sus operaciones, pues al atacar a las tropas del General
Murguía, sostuvo un fuerte combate en que
hubieron de perecer el Presidente y cinco de sus acompañantes.
Los datos oficiales, coinciden en todas sus partes con los
informes que nos proporcionó el enviado del General Herrero y
sobre estos descansa nuestra noticia.
Comentarios
Dada mi
filia Villista, no tengo mucho que decir
sobre el particular; el hecho de que
Carranza tuviera la historia “difusa” y que buscara las alianzas con sus afines
evidencian, según yo, el trágico fin que encontró en la ranchería de
Tlaxcalantongo. ¿Justicia, destino?
Dónde puedo conocer más el papel de Liberato Lara Torres en estos momentos y el final de el mismo ?
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